Cinco grupos de diferentes nacionalidades y estilos, de dos de las discográficas más “punteras”, en un evento gratamente inolvidable que mostró las diferentes tendencias, tan actuales como oscuras.
Quince meses y once días sin que la capital vasca ofreciese un evento de los suyos, mas la espera fue recompensada, y con creces. En efecto, cinco grupos (uno más que en la edición anterior) conformaban el cartel de este año. Una especie de batalla inter-discográfica entre dos potentes escuderías teutonas: la veterana, rentable y todopoderosa Out of Line y la simplemente imprescindible Infacted Recordings, del legendario Torben Schmidt, cuyo envidiable currículum como dirigente de un sello comienza cuando, a principios de los noventa, toma el relevo del mítico Talla 2XLC, akaAndreas Tomalla, al frente de la diosa Zoth Ommog, auténtica escuela de antiguos alumnos, quien continuó, tras la ruina financiera de ésta, en la poco fructífera Bloodline y que, cual ave Fénix, resucitó fugazmente como Dying Culture, para publicar, entre otras referencias, la opera prima de los madrileños Dioxyde.
Dicho de otro modo, un evento sin precedentes en el país de las difuntas pesetas y arriesgado, como todo lo que organiza el colectivo kromlechiano, al tratarse de algunos grupos noveles. De postre, dos deejays (escrito con todas sus letras) de los de verdad: el tímido Dj Mike y el extrovertido Dj Cyberchrist.
Viernes 29.06.07: Out of LineForces
Ante tal menú decibélico -y espectral- bien merecía la pena recorrer los casi 400 km. que separan Gastéiz de la Villa y Corte. Y llegó la hora. Era el turno de Out of Line para desplegar su armamento. Rondaban las nueve de la noche cuando se abrían las "industrialoides" puertas de la Helldorado, que iban viendo cómo el público llegaba poco a poco (y con prisas, al ser un viernes laborable). Tal vez por este motivo, la actuación de los teloneros no tuvo lugar hasta pasadas las diez de la noche. Entretanto, amenización a base de variopintos videoclips proyectados en pantalla.
Segundos fuera. Silencio repentino que daba paso a la aparición en el escenario del alopécico Daniel GravesakaAesthetic Perfection (akaNecessary Response), en compañía del polivalente Dj Cyberchrist. Rostro pintado con simulación de antifaz, en el caso de su excelente frontman y/o alma mater; y máscara cibernética para el encargado de los teclados (o del DAT, vaya usted a saber).
Con esta puesta en escena eminentemente electrodark, sus continuos movimientos excitando al respetable y un sonido agresivo, el grupo alemán superó el viejo handycap de ser el primero en tocar, ante un público frío en espíritu y actitud. Y es que con su repertorio consiguió algunos momentos álgidos en la sala, si bien, en otras ocasiones, la atención del público se disipaba, tal vez por una posible monotonía excusada en su reducida discografía (un solo álbum). En cuanto al llamado playlist, ineludiblemente extraído de su único largo, "Close to Human" (2005), amén de alguna posible novedad todavía no publicada.
Con respecto a su música, huelga ocultar que, desde hace algún tiempo, no comulgo demasiado con las referencias que publica Out of Line, salvo honrosas y contadas excepciones. Ahora bien, esto no impide reconocer la calidad de su sonido y que sus canciones (y grupos) son carnaza para dj’s de ‘clubs’ oscuros, pues la fórmula parece que todavía funciona. Afortunadamente, para estas “deficiencias” está la mágica-fuerza de la música en directo, que le permite a uno disfrutar aun de sus grupos no favoritos.
Segundo round. Turno de los también germanos Unter Art, que, al igual que los anteriores, tan sólo tienen en su haber un disco publicado: "Noise and Grace" (2006), si bien, masterizado por el veteranísimo Tom Meyer (Das Ich, The Residents, Atrocity...), su vecino de Hamburgo.
El público, que ya había calentado, se encargó de convertir su concierto en un buen directo. En lo musical, su tatuadísimo cantante, Chris Harms, ofrecía una voz menos agresiva que su predecesor, mientras Grigori Feil, artífice de la banda, ejecutaba, a los mandos de su Roland, ritmos y sonidos ligeramente más amables, si bien, orientadas al baile (y eso que el tipo calzaba camisa, pantalón y zapatos “de vestir”). De refuerzo, Thomas Stein aportando melodías desde su poco conocido, Studiotech MC-61.
Cerca de una hora de placer sonoro, de acertadísima progresión, que no hacía sino provocar un mayor deseo en que apareciera sobre el escenario la pinche estrella de la noche, el chilango embajador del odio (bajo el alma), quien no pisaba territorio euskaldún desde diciembre de 2004.
Tercer asalto. Esta vez nos presentaba su nuevo y solitario proyecto Rabia Sorda, que, a día de hoy, compagina con su labor hocicona ("About a Dead", 2007, single previo a nuevo álbum). Llegados a este punto, no puedo sino destaparme y reconocer mi absoluta devoción por el gran Erk García (Erk Aicrag), defeño de Naucalpán, quien en la actualidad reside entre Berlín y Leipzig. Como frontman, en su estilo, me parece no sólo único... sino de los mejores (si es que no es el mejor). Sólo así se explica que siga siendo el puto amo, aun con este extraño proyecto que cuesta aceptar a los más acérrimos de su anterior formación. Como él mismo confiesa: -¡ahorita mis rolas suenan a rock!- (¿¡apoco!?)
Pues tal vez porque se desmarca de lo habitual, el caso es que llenó la sala con una verdadera avalancha de rezagados. Y los muchos que asistieron, que prácticamente cubrieron el aforo de la sala, alcanzaron orgasmos que ni en la mansión de Playboy. ¡Vaya directo! De tal intensidad, que ni la vejiga existía mientras duró el concierto. Sobre el escenario le acompañaba, en los teclados, el elegante GrigoriakaUnter Art, así como un percusionista encargado de reforzar los ritmos con batería acústica, Pearl; todos ellos maquillados para la ocasión con sombras de ojos rojizas a lo guerreros de Chichén Itza.
Contacto y “sobeteo” continuo con el público de la primera línea de combate, con lo que eso gusta por estos lares, y agradecidas duchas de agua de Mondariz pues la sala, haciendo gala a su nombre, era un calurosísimo infierno.
Por otra parte, perdí la cuenta de los bises que atendió... por más sudor que liberaba por su empapada playera (acá decimos camiseta). Sobre el predecible repertorio, remisión a los grupos anteriores en cuanto a único álbum ("Métodos del Caos", 2006), si bien, con un chingo -o toneladas- de experiencia acumulada.
Imposible no destacar 'Save Me From My Curse', título homónimo de su maxi de adelanto, que fue coreada por una multitud que le aclamaba cual monarca, brazos en alto.
Y así, tras muchos, muchísimos, minutos de concierto, Erk se despidió con un merecido .
Nos queda el consuelo de saber que en unos meses podremos verle de nuevo en suelo patrio. ¡Hasta entonces chaparrito!
Y como dicen los anglosajones: after show party. Comenzó entonces la metamorfosis de la rockera Helldorado. De sala de conciertos, a pseudo-club. El británico Dj Cyberchrist, auténtico maestro de ceremonias que se dirige continuamente al público, que gesticula y canta los estribillos de los temas mientras suenan, se encargó de ello con su selección musical, pinchando a la vieja usanza, cd a cd, originales, por lo que pude ver. El estrobo hizo el resto.
Continuó el alemán, Dj Mike, con un estilo diferente tanto en el modo (mediante un portátil) como en las formas (frío y tímido). También diferían los estilos musicales de uno y otro, pues frente a la techno-contundencia de aquel (Straftanz, Combichrist, Noisuf-X, SAM, etc.), éste coqueteó con el Future Pop e incluso se atrevió con una pista electro(house)clash, en mi opinión, gran error de la noche, por pastelón. El resto del set bien.
Conociendo las que se lían en la Helldorado de la mano de los Kromlech Crew, supongo que la fiesta se alargaría hasta bien entrada la madrugada, mas quien escribe se retiró a eso de las cuatro de la mañana.
Segundos fuera. Silencio repentino que daba paso a la aparición en el escenario del alopécico 
Segundo round. Turno de los también germanos 
Pues tal vez porque se desmarca de lo habitual, el caso es que llenó la sala con una verdadera avalancha de rezagados. Y los muchos que asistieron, que prácticamente cubrieron el aforo de la sala, alcanzaron orgasmos que ni en la mansión de Playboy. ¡Vaya directo! De tal intensidad, que ni la vejiga existía mientras duró el concierto. Sobre el escenario le acompañaba, en los teclados, el elegante 
