Los alemanes Corvus Corax dejaron boquiabiertos a un público que se entregó de lleno en un show espectacular, potente y muy muy divertido. Fue sonar las gaitas y los tambores y se metieron a la gente en el bolsillo.
Señores, ¡qué concierto! Hacía mucho que no me lo pasaba tan bien en un evento. Fue algo verdaderamente espectacular como a continuación narraré.
La Ritmo y Compás convendremos muchos en que es una sala pequeñita y que quizá le falte algo de encanto, pero en temas como el sonido la verdad está bastante bien. Por su angosto tamaño pensaba que no iban a caber allí los Corvus Corax y que tal vez vendría solo una parte de la formación pero no fue así. Estuvieron al completo.
El aperitivo también fue excelente, la primera actuación en España de los húngaros The Moon and the Nightspirit que los lectores de Mentenebre ya conocerán. Neofolk puro y duro aderezado en directo con percusiones de tambor, con guitarra acústica, violín y la preciosa voz de Agnes Toth. Yo me quedé muy impresionado con su actuación. Su repertorio se basó en su último trabajo "Regõ Rejtem" el cual no había tenido el placer de escuchar previamente. Fue muy brillante, con momentos de esos en los que se te eriza el vello cuando entras en armonía con el sonido musical.
Además de la música, The Moon and the Nightspirit tienen un cierto componente místico que me agrada sobremanera y es su culto a las fuerzas de la naturaleza y su canto a la Madre Tierra. Alguna canción iba dedicada precisamente a ese concepto. Más me estremecí cuando tocaron un tema de su primer álbum, que sí había escuchado, y me recorrió una especie de escalofrío por la espina dorsal. No es un Cd que me ponga habitualmente, pero al reconocer la canción sentí una fuerte empatía con los músicos.
Pero si The Moon and the Nightspirit habían apelado a mis sentimientos y a mis creencias, Corvus Corax iban a apelar a lo primitivo, a lo visceral, a lo puramente instintivo. Ya solo el escenario preconizaba lo que allí iba a acontecer. Gongs por todos lados y un fuerte set de percusiones, todo ambientado con aire muy medieval.
Los Corvus Corax se hicieron de rogar, casi media hora de espera, pero mereció la pena. Ocho personajes hicieron acto de presencia en el escenario, todos con variopintos aspectos, algunos más medievalizantes pero otros iban vestidos de forma muy singular: uno de pirata, otro parecía chino, todo un poco ecléctico, reflejo de que lo que pretendían los Corax no era un revisionismo puritano de lo medieval sino que lo que iban a proponer era una auténtica fiesta. ¡Y vaya si hubo fiesta! De pronto cinco gaitas y tres percusiones empezaron a retumbar en un estallido de júbilo, era 'Bibit Aleum'. Los Corvus Corax habían empezado el show.
La invitación al baile era constante, no te podías dejar de mover porque lo que allí sonaba era un verdadero torbellino musical. Yo me sentía como si estuviese en una gran fiesta muchos siglos atrás, sólo faltaba el jabalí, el vino y las mesoneras. ¡Aquello era una bacanal! Yo me quedaba fascinado cuando con toda suerte de gaitas, cornetas, esporádicamente instrumentos de cuerda y todas las percusiones, todo de corte medievalizante, pudieran estar montando aquel increíble show. La sucesión de temas era un torbellino: 'Urmawi', 'Mazedonischer', 'Balade de Mercy', 'Venus Vina Musica', 'Sanyogita', 'Ductia', 'Platerspiel'...
Yo tengo noticia de Corvus Corax desde finales de los ’90 y sí, sus discos me gustaban pero no terminaban de emocionarme, pero es que el directo no tiene nada que ver, pues es un derroche de potencia y energía. El aforo estaba completo y se echaba de menos un poco más de espacio para haber bailado y saltado con más comodidad dando rienda suelta a tus instintos.
Según avanzaba el concierto, los miembros de la banda empezaron a interactuar con el público: nos hacían gritar ¡eh! ¡eh! ¡eh!, nos hicieron cantar una pequeña melodía, ahora los chicos, ahora las chicas y luego todos juntos. Y claro, todo el público entregado a muerte con ellos. Uno de los puntos álgidos fue 'In Taberna', una apelación al goce de la bebida, sólo faltó la barra libre para que todos acabáramos curdas en el concierto, yo creo que habría sido lo suyo, una buena manera de culminar aquel tremendo festín.
Como no podía ser de otra manera, nos deleitaron con un infartante bis de tres temas que fue ya el acabose: 'Suam Elle Ires', 'Fili Neidardi' y 'Chou Chou Sheng'. Todos entregados, extenuados, y totalmente impactados recibimos aquellas últimas canciones como una auténtica bendición.
Todo el concierto fue una apelación a lo primitivo, a los bajos instintos, todos allí bailando y cantando con el grupo, en una especie de comunión catártica. Todos exudando adrenalina por los poros, dejándonos llevar, no había lugar al pensamiento, sólo al disfrute. Yo quiero un concierto de Corvus Corax todas las semanas, viene fenomenal para olvidarte de todo y dejar por un momento de lado el estrés semanal. Fue como si de pronto te trasladaras atrás en el tiempo a un auténtico festín medieval. Una experiencia fantástica e inolvidable.
El aperitivo también fue excelente, la primera actuación en España de los húngaros 
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Según avanzaba el concierto, los miembros de la banda empezaron a interactuar con el público: nos hacían gritar ¡eh! ¡eh! ¡eh!, nos hicieron cantar una pequeña melodía, ahora los chicos, ahora las chicas y luego todos juntos. Y claro, todo el público entregado a muerte con ellos. Uno de los puntos álgidos fue '