El veterano dúo estadounidense visita por tercera vez tierras españolas con motivo de la celebración de su Ars Terra Tour, una gira de conciertos acústicos que les llevará por toda Europa durante más de un mes.
El sábado 22 de Septiembre fue un día muy especial en Madrid; se celebraba lo que se ha dado en llamar la Noche Blanca, una jornada festivo-cultural que a lo largo de todo el mes de Septiembre tiene lugar en varias ciudades europeas y que consiste, entre otras actividades, en ofrecer al público, de manera gratuita, la posibilidad de visitar museos, edificios oficiales y otros lugares de interés hasta las siete de la mañana del domingo. En el caso de la capital de España el centro, sede de la mayoría de los lugares que eran objeto de las actividades contenidas en el programa, se convirtió en una inmensa zona peatonal que el público ocupó de forma abrumadoramente masiva, animados unos por la posibilidad de ampliar sus horizontes culturales y animados otros ( los más ) por ampliar su ya de por sí asombrosa capacidad de resistencia al alcohol.
En medio de todo este maremágnum, justo en el ojo del huracán, tuvo lugar un acontecimiento que, a pesar de su indudable interés, no aparecía en ninguna de las ciento siete páginas que tenía el programa oficial de acontecimientos previstos para esa Noche Blanca ( El porqué es algo que los capitostes que están al mando de la "cultura oficial" tendrán que explicarnos algún día... ) Me estoy refiriendo a la actuación de la banda estadounidense Faith and the Muse, segundo concierto de la gira acústica, denominada Ars Terra Tour, que les hará permanecer por tierras europeas hasta mediados de Octubre de 2007. La celebración de este magno acontecimiento tuvo lugar gracias a los buenos oficios de los chicos de De Profundis, a los que desde aquí doy mi agradecimiento por habernos ofrecido la posibilidad de asistir a él.
Con una hora de retraso ( ¡¡¡están cenando!!! ¡¡¡William se está haciendo la cresta!!! ) salieron al escenario William Faith y Mónica Richards, sin más acompañamiento que el de una guitarra ( y los complementos necesarios para que la voz y la guitarra se pudieran oir en toda la sala ). William, auténtica leyenda viva del movimiento gótico estadounidense, se sentó en una silla guitarra en mano mientras que Mónica, enfundada en un precioso vestido negro, ribeteado en mangas y falda por lo que parecían plumas de pavo real, se apoyó en un taburete alto. Hay que decirlo; estaba más guapa que nunca. Los años no pasan por ella...
Debo confesar que yo tenía mis reticencias ante el hecho de que el concierto fuera acústico. Pensaba que iba a ser un poco aburrido, lento, demasiado intimista quizás. Pero que equivocado estaba... La apertura, con una sensacional versión acústica de 'The Silver Circle', del cd "Annwyn, Beneath the Waves", hizo que todos mis prejuicios se volatizaran en el aire, dejando a mi mente total libertad para sumergirse en la magia que William y Mónica hacían fluir con sus preciosas canciones. La versión de este tema, tan enérgico y contundente en su versión original, respetaba ese dinamismo y esa rapidez pero a la vez dotándole de un delicado y sugerente perfume de elegancia que resultaba altamente gratificante.
Y así fueron cayendo algunas de las más grandes canciones de Faith and the Muse, e incluso algún tema de "Infrawarrior", el disco en solitario de Mónica Richards ( 'We are the one' fue el tema escogido ). Me atrevería a decir, sin estar completamente seguro, que también cayó alguna canción de Strange Boutique, el grupo en el que cantaba Mónica antes de pasarse a Faith and the Muse; rizando el rizo del atrevimiento diría que el tema en cuestión fue 'Arkhan Girl', aunque no podría asegurarlo.
Pero, aún reconociendo la calidad de estos momentos, hay otros que a mí me resultaron mucho más excitantes. Especialmente emotiva me resultó la interpretación de 'Heal', de "Elyria", una bellísima canción que brilló con luz propia y que aportó un poco de paz a nuestros atormentados espíritus. Preciosa también la instrumental 'Annabell', del mismo disco, uno de los momentos más sublimes de la noche. También me quedo con el único corte que cantó William, 'Soul in isolation', un tema del doble cd "Vera Causa". Esta canción, originalmente grabada por The Chameleons, se convierte en la voz de William en una auténtica joya, cuya magnificencia se ve resaltada por su interpretación acústica. Otra versión, esta vez de Kate Bush, sirvió para cerrar el concierto. Nada más y nada menos que 'Running up that hill', también de "Vera Causa", un corte que en su versión acústica respeta de manera absolutamente perfecta la energía contagiosa que le caracteriza y que sirvió de broche de oro para este sensacional evento una hora y cuarto aproximadamente después de su comienzo.
Casi se me olvidaba mencionar la impresionante versión del que quizá sea el tema más conocido de estos chicos, 'Mercyground', de "Elyria". Esta canción, que a mí particularmente me ha parecido siempre un poco aburrida, cobra una dimensión maravillosamente hechicera en la interpretación que de ella hacen Faith and the Muse en su versión acústica. La poderosa magia que desprende se hace mucho más evidente cuando se ejecuta sólo con voz y guitarra. Por cierto, durante esta canción ( tampoco estoy muy seguro, si no fue en ésta fue en otra de las de su primera época ) Mónica olvidó momentáneamente la letra. Las tablas acumuladas durante años y la rapidez mental la hicieron salir con suprema elegancia del paso, comentando con el público que casi llenaba la sala algo así como que ya le valía olvidarse de la letra de una canción después de haber estado cantándola casi veinte años... Una simpática anécdota que nos revela que estos dioses del panteón gótico también tienen debilidades humanas.
Antes de terminar, quisiera echar una bronca, pero no a la banda ni tampoco a la organización. El merecedor de mi rapapolvo es el público, o al menos una parte de él. Por un lado quiero señalar el silencio con que todos acogíamos los requerimientos por parte de William y Mónica para hacerles peticiones de canciones. Sólo hubo una persona que se animó a pedir a gritos 'The Trauma Coil' pero no tuvo suerte, algo que por otra parte es lógico, pues ni esa canción ni otras joyas más deathrock como 'Rise and Forget', por ejemplo, son para interpretar acústicamente. Y que conste que a mí también me hubiera hecho mucha ilusión escuchar 'The Trauma Coil'...
Por otro lado mi bronca más seria es a ese sector del público que se pasó todo el concierto hablando sin parar, en lo que es una clara falta de respeto hacia los músicos ( ¿cómo eran capaces de concentrarse con semejante ruido de fondo? ) y hacia la gente que sí que había ido allí a escuchar el concierto. Si tu intención es cotorrear sin parar llama al teléfono de la esperanza o a Rappel, o mejor, quédate en tu casa y bébete una garrafa de cinco litros de lejía. Cualquier cosa que hagas es preferible a volver a verte en un concierto que tu incurable estupidez te hará incapaz de disfrutar.