Dos propuestas que se mueven fuera de los circuitos del mundo oscuro pero que por sus contenidos y estilos bien podrían atravesar la delgada barrera de lo que es oscuro y no lo es. Experimentación por una parte y un electro pop que bien podría figurar en la línea Prikos.
Hace algunas semanas tuve la suerte de viajar a tierras alemanas a visitar a un querido amigo. Éste, sabedor de mis gustos y que en parte comparte me ofreció la posibilidad de ir a un concierto que había en su ciudad, así que acudí encantado. No sabía lo que me podía encontrar allí pero conociéndole sabía que iba a ser un buen concieto.
El Salon des Amateurs es una sala pequeñita con un espacio reducido para el grupo que actúa, de modo que si estas delante, como me ocurría a mi, estás encima del que actúa. Había llegado con el concierto ya empezado y lo primero que escuche fue una serie de ruidos chirriantes y ensordecedores, la cosa prometía. Según nos comentaros parece que la actuación había comenzado con unos petardos, vaticinadores del caos sonoro. Este primero en tocar era Mudboy, un joven americano que ya tiene en su haber un considerable número de producciones y le traía a Dusseldorf una gira europea que está realizando. Verle en escena era todo un espectáculo, tenía un montón de cacharritos electrónicos, muchos de ellos construidos por él mismo: veías cajas de maderas llenas por dentro de resistencias y condensadores y que eran los responsables de aquellos ruidos chirriantes. Luego tenía dos teclados. Uno de ellos modernos y otro que sería de los ’70. Lo curioso es que al teclado antiguo le había colocado un interface paralelo y lo tenía conectado con el otro.
Yo estaba perplejo. Su sonido era particular porque al sindios de sus ruidos analógicos le superponía unas melodías que ejecutaba con los teclados pero que tenían un sonido rancio, arcaizante, me viene a la memoria el teclado que utiliza Nora Keyes, una cosa así. Así que la mezcla tenía un tono bastante siniestro. El cenit se alcanzó cuando Mudboy se cubrió la cabeza con una tela vieja, enganchó el micrófono y se lanzó al público lanzando arengas y señalándonos a todos mientras volvía al ritual de tirar petardos. De este modo concluyó su actuación.
La segunda parte de la sesión le correspondía a Eglantine Gouzy, una francesita que hace un electropop muy fresco y divertido aunque a veces sus letras tengan un trasfondo un tanto sórdido. Estaba acompañada por otra chiquita que se encargaba de los teclados y puntualmente de la guitarra en uno de los temas. Solían construir las canciones grabando sonidos al comienzo de la canción que luego se iban a ir repitiendo a lo largo de la canción. Así presentaron gran parte de los temas del reciente álbum de Eglantine "Boamaster", por citar los ejemplos más destacados mencionaré 'Zone A' (la mejor de todas), 'Cowboy', 'Nurse', 'Boa' y 'Cuckoo'.
La verdad es que el espectáculo fue muy divertido, las dos eran muy simpáticas y hacían guiños a la audiencia. Las canciones te recorrían todo el cuerpo, era la primera vez que la oía y su música me sedujo desde principio a fin. Era una manera de hacer pop bastante poco habitual y con una frescura tremenda. A mi me recordaba a alguna de las producciones de Prikosnovenie en la línea de sonido abierto que está siguiendo actualmente. Y además es que son ellas muy francesas, tiene ese encanto propio de la France y un regustillo algo decadente.
Terminó el concierto y me dije: “Esto lo comento para Mentenebre”. Así que aquí os brindo este comentario. Si la escena a veces os llega a asfixiar y tenéis ganas de salir a respirar fuera, os propongo estos dos proyectos que con su regustito oscuro orbitan en los límites de nuestro mundo.
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La segunda parte de la sesión le correspondía a 