Picando de varios subgéneros musicales, los germanos Hekate nos ofrecen un excelente trabajo, pleno de delicada sensibilidad y de épica y majestuosa hermosura.
"Die Welt Der Dunklen Gärten" es un trabajo de Hekate editado en Prophecy Productions (Ref: AB 025) en Junio de 2011. Interpretado por Susanne Grosche como cantante & Axel Menz como cantante y guitarrista & Jörg Schwickerath en la percusión & Achim Weiler a los teclados & Dirk Diederich como batería y guitarrista desde Alemania y navega entre los estilos Darkwave & Neofolk y tiene una duración de 68,50 minutos. Enlaces Relacionados:Hekate & Hekate MySpace & Prophecy Productions Valoración: 8.5 sobre 10
En el pasado solía conocerse a los germanos Hekate como una banda de neofolk, o dark folk, como antes se nombraba el estilo en el que normalmente se les solía encasillar. Discos como “Sonnentanz” o “Tempeltanze” así lo atestiguaban. Sin embargo, aún teniendo en cuenta el ambiente general de estos dos excelentes trabajos, creo que Hekate no puede ser calificada simplemente como una banda de neofolk al uso, cualesquiera que sean los parámetros que utilicemos para definir dicho estilo, y menos aún después de haber escuchado en su integridad este “Die Welt der dunklen Gärten”.
Esta veterana banda ha ido atesorando a lo largo de sus largos años de existencia numerosas influencias, las cuales han ido ensanchando sus miras y sus intereses hasta un punto en el que resulta difícil encasillarles ( ay, esa manía que tenemos de encasillar y clasificarlo todo … ) . Desde ciertas tendencias más dark ambient que tenían al principio pasando por la etapa más claramente neofolk de años más tarde hasta llegar al eclecticismo actual, el camino recorrido por Hekate ha desembocado por fín en un disco variado, repleto de excelentes canciones, en las que la fastuosa variedad de melodías y ambientes hará disfrutar a todo aquel que se acerque a él con la mente y el oído abiertos.
Para todos aquellos que se engancharon al sonido de Hekate en su etapa más claramente neofolk debo decir que por supuesto que en este disco hay abundantes trazos de esa tendencia musical. La preciosa canción que le da título, cantada por una inspiradísima y dulcísima Susanne Grosche, es un derroche continuo de belleza, envuelta en una delicada atmósfera de elegante ternura. Incluso cuando irrumpen los ritmos, entre épicos y marciales, la canción no pierde ni un ápice de esa mencionada e irresistible ternura, que se desborda por todas partes cuando interviene fugazmente un maravilloso violín. ‘Die dunkle Wolke’ tiene un aire entre festivo y medieval que también podría resultar adecuado para algún disco plenamente inserto en el universo neofolk, así como también ‘Idilia Dubb’, con su ritmo contagioso y sus percusiones, debería ser incluida en ese universo.
Metiéndonos ya en otros terrenos sonoros nos encontramos con canciones como la épica ‘Jardin d’Anais’, que auna a un tiempo una dulzura irresistible y una enorme capacidad para inflamarnos el alma gracias a una instrumentación que bascula entre las percusiones cuasi marciales y las trágicas melodías de piano, sin olvidar la bonita voz de Susanne Grosche. ‘In my garden’ nos dibuja un intenso panorama oscuro, apoyado en eficaces percusiones y en deslizantes melodías que no hacen sino aumentar la sensación de oscuridad que se apodera de nosotros desde el primer segundo de la canción.
Los aires orientales del comienzo de ‘Seelenreise’, el corte más largo de todo el disco, sirven de portal para el momento más relajante del mismo, suave, envolvente y sumamente evocador, pleno de elegancia y con unos ritmos suaves y deslizantes que arropan con majestuosidad la inspirada voz de la cantante. ‘Sanctus’ nos arroja a un pozo de oscuridad creciente y de épica malevolencia, casi como si estuvieramos en medio de uno de aquellos terribles Autos de Fe en los que hace siglos se quemaban a decenas de supuestos brujos y herejes. Complemento perfecto a este atemorizante corte es la instrumental ‘Per aspera ad astra’, también sumamente oscuro y épico, con ciertos aires de banda sonora.
El resto de temas también nos ofrecen buenos momentos, como la primera mitad de ‘Die blaue Blume’, con sus aires de nana infantil, o como la bonita ‘The present day’, con una irresistible melodía de toques entre melancólicos y juglarescos y con un desarrollo suave y fluido, como de cuento cantado. Tanto las canciones mencionadas como las que no hacen de este disco una pieza sumamente recomendable, en la que podréis encontrar a buen seguro una canción, o varias, que os emocione. Y si no os emociona ninguna es que tenéis el corazón de piedra y los sentidos embotados por tanto chunda chunda como escucháis en esas discotecas poligoneras a las que yo sé que os escapáis de vez en cuando…