El nuevo disco de Skullflower abre paso a una etapa melódica dentro del inconmensurable estilo ruidista de Matthew Bower. Su estilo mantiene la degradación conceptual a la que nos tiene acostumbrados. Sin embargo, el coqueteo con el compás es un hecho que sorprende en “Fucked On a Pile Of Corpses”.
"Fucked On a Pile Of Corpses" es un trabajo de Skullflower editado en Cold Spring Records (Ref: CSR151CD) en 2011. Interpretado por Matthew Bower como programador y se centra en el estilo Noise y tiene una duración de 34 minutos. Enlace Relacionado:Cold Spring Records Valoración: 8 sobre 10
Skullflower es un proyecto que se ha caracterizado desde sus orígenes, allá por el año 1989, por generar una música necrofílica y aplastante fundamentada en la realización de ruido muy agresivo que eventualmente se asienta de forma plácida en la tendencia drone. Su influjo está cercano al black y death metal, sin embargo en su ejecución podemos comprobar cómo estos estilos de diluyen conceptualmente como si fuesen introducidos en una solución de ácido sulfúrico que los desmaterializa hasta dejarlos convertidos en una suerte de líquido pesado y denso. Un humor abrasivo que destroza cerebros y carcome conciencias.
Aunque “Fucked On a Pile Of Corpses” hereda la esencia básica inserta en la mayoría de los trabajos de este proyecto, ahora podremos encontrar de forma no menos sorprendente un guiño a la melodía, legado inexcusable del influjo aportado por compositores como Wagner, del que Bower se declara un reconocido admirador. Lo cierto es que, al escuchar el CD, poca relación con el maestro alemán he encontrado, no obstante debemos confiar en las palabras del artista y en su capacidad de asimilación y síntesis conceptual.
Lo que ocurre en “Fucked On a Pile Of Corpses” es que las melodías se barnizan con una mano de ruido mortífero que les aporta una carga más que aplastante. Nos encontramos ante un trabajo que puede agradar tanto a los amantes del metal más sucio y descarriado como a los seguidores del género noise.
El disco está compuesto por siete cortes que en ninguna ocasión escapan de los ocho minutos de duración. Eso sí, su escucha se hace intensa y ardiente. No es recomendable para un día de decaimiento, ya que puede sepultarte en la montaña más escabrosa y gélida del planeta. La apuesta de Skullflower es tan taxativa como arriesgada. Su estilo rompe moldes, cercena morales, destruye conciencias y enclaustra los sentidos. Es una penitencia que el oyente debe asumir al adentrarse en el campo de la llamada anti-música. La experiencia puede resultar grata, todo depende de la actitud frente a la obra y de su pretensión de disfrute. Los ecos viscerales se funden entre plúmbeas melodías sostenidas, configuradas a base de escapes sonoros, infectadas por un virus letal que se extiende imparable por el ambiente como si de una onda expansiva se tratase.
La experimentación que presenta “Fucked On a Pile Of Corpses” se pierde en un laberinto de indeterminaciones y extraños sucesos. El oyente, desorientado, prefiere rendirse, apoyándose en uno de los interminables repliegues que dan forma a este trabajo, y resignarse mientras contempla atónito como los cientos de distorsiones irrumpen salvajemente contra su esperanza.
Admirable resulta el nivel decadentista y escatológico que Bower alcanza en este CD. Un disco que, como no podía ser de otra manera, ha sido lanzado al mercado por el prestigioso sello británico Cold Spring.
Además de esto, la casa inglesa ha manufacturado unas interesantes camisetas de color rojo en las que aparece plasmada su vistosa portada con influjo hacia la religión hinduista.
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