Tal vez la mayor especialista sobre este autor de culto nos presenta su segundo libro sobre Witkin después del celebrado "The Bone House" de 1998.
"Joel-Peter Witkin" escrito por Eugenia Parry en la editorial de Phaidon (ISBN: 978 0 7148 4787 0) con 128 páginas. Desde Estados Unidos y presentado en Junio de 2007 se encuadra en el género Fotografía Enlaces Relacionados:Joel Peter Witkin & Phaidon Valoración: 10 sobre 10
Phaidon nos ofrece, después de 6 años, la reedición de este trabajo, no en vano ya que las publicaciones sobre Witkin actualmente son francamente difíciles de encontrar. Así que es todo un placer tener de nuevo disponible este libro.
El trabajo consiste en tress partes: un interesantísimo ensayo sobre la persona de Witkin y su arte, una muestra de fotografías que abarcan el período de 1959 a 2000 y una biografía, ofreciéndonos así un trabajo retrospectivo bastante global de la obra de Witkin.
No voy a entrar en todo lo que supone la obra de Witkin, pues ya tenemos en Mentenebre un extenso artículo sobre este genial fotógrafo que os invito a que os leáis, si no lo habéis hecho todavía.
No obstante, sÍ quiero mencionar algunas características de Witkin que se traslucen en la observación de este libro. Añadiré que la autora, para cada fotografía, comenta sus fuentes, esto es, quiénes son los modelos (si están vivos) o de dónde proceden los diferentes elementos que emplea Witkin, que sirven para otorgar una carga de realidad a las fotos.
Y es que Witkin lleva hasta el máximo extremo la estética de lo siniestro: personajes deformes, mutilados, transexuales, personas excesivamente obesas, a las que pone en contraste con calaveras, fragmentos de cuerpos muertos –ya sean animales o humanos- y un diverso repertorio de objetos. Todo esto en 35mm y en blanco y negro, con largas exposiciones y, a veces, el rallado de los negativos. El resultado es absolutamente inquietante.
No termina de entrarme en la cabeza cómo un tipo de profunda religiosidad (católico devoto) e interesado por la teología, es capaz de concebir este universo tan transgresor y, de alguna manera, tan cercano a la muerte. De alguna manera redime a los deformes, a los lisiados, y los convierte en materia artística, nos pone a la vez de frente mirando a la muerte, para que no la olvidemos. Es una curiosa paradoja.
El sexo está también muy presente en su obra, pero también revisado desde lo no habitual: la zoofilia, el transexualismo, la erótica de la obesidad o los meros esqueletos a los que coloca atributos sexuales. Witkin nos muestra de nuevo otra parte oculta de la realidad.
Ante la fotografía de Witkin, siento una extraña sensación de atracción-repulsión, él, de alguna manera, nos muestra lo que está ahí, lo puramente real, pero a lo que frecuentemente no queremos mirar, su arte es una forma de verismo, nos presenta de forma estética lo más puramente siniestro que convive con nosotros en la realidad.
También, Witkin nos acerca al gran arte. Su admiración por la pintura le lleva a reinterpretar a clásicos como Goya, Poussin, Velázquez, o los contemporáneos Miró y Picasso, siempre recurriendo en su interpretación a sus elementos macabros y de deformidad.
Así, los trabajos de Witkin nos plantean una reflexión acerca del mundo en que vivimos, nos sacan del mundo ficticio de los mass media y de la demoledora publicidad para enseñarnos, de alguna manera, que la vida no es en absoluto de color de rosa. La vida es otra cosa distinta a lo que nos ponen en la TV. De alguna manera, Witkin es un profeta.
Si no conocías a Witkin, este libro es la ocasión perfecta para aproximarte a él. Ve preparado, porque lo que contiene es verdaderamente sobrecogedor. No tengas miedo, lo que vas a encontrar forma parte de la bella realidad.