Con Darren Aronofsky no hay termino medio; o lo amas o lo odias. Trataré de explicar porque me decanto por la segunda de las opciones.
"La Fuente De La Vida - The Fountain" dirigida por Darren Aronofsky con la distribución de Hispano Foxfilm y presentada 2006. Interpretada por Hugh Jackman como Tomás / Tommy / Tom Creo & Rachel Weisz como Isabel / Izzi Creo & Ellen Burstyn como Dra. Lillian Guzetti & Mark Margolis como Padre Ávila & Sean Patrick Thomas como Antonio desde Estados Unidos y transcurre entre los géneros Drama & Ciencia Ficcion , tiene una duración de 97 minutos. Enlaces Relacionados:Web oficial (Latinoamérica) & Web oficial (USA) Valoración: 3.5 sobre 10
Cierto es que me pareció muy fuerte lo de "Pi, Fe En El Caos" (1998) del señor Aronofsky, a la que ni siquiera concederé la categoría de chorrada curiosa. Pero hay que ver lo que tiene el mundo del cine que dispuesto a ponerse en mi contra me depara, entre otras, las siguientes sorpresas. Resulta que la película empieza a funcionar de maravilla, cae en gracia entre el sector más friki, le llueven un buen número de premios, triunfa en festivales alternativos y Darren se convierte en el director del que todo el mundo habla. Claro, ante esta tesitura, me paro a pensar y me digo a mi mismo: "Coño Javi, ¿o no eres tan marciano como creías ser o Pi no estaba tan mal? Siete años después, coincidiendo con el estreno de "La Fuente De La Vida" en España puedo responder sin miedo a equivocarme a aquella pregunta: Pi, en efecto, era una mierda, y como un piano además.
Los lectores más avispados os habréis preguntado: ¿para qué narices has ido entonces a ver la nueva? Pues bien amigos, ahora es cuando os tengo que remitir a la primera parte de la pregunta que antes me hacía y que evidencia que un poco raro, si que debo de ser. Pero no voy a argumentar mi crítica, feroz como de costumbre, en mis rarezas, así que os confesaré que leída la sinopsis en una de las muchas revistas especializadas llegué a pensar que quizás estuviese bien.
Seguramente el problema principal fue precisamente ese, el hecho en sí de haber pensado. Si hubiese acudido al cine sin más, dejándome de pretensiones, habría salido de la sala con la misma cara de tonto, pero no tan humillado. Menuda pareja el Darren Aronofsky y el capullo de la sinopsis, que ni siquiera se atrevió a firmar. Aunque no me extraña, porque de haberlo hecho, debería empezar a preocuparse seriamente por sus piernas.
El relato que ya no puede ser más chorrón, se centra en la búsqueda desesperada de un hombre por una fuente que ha de dar la vida a su amada, enferma terminal de cáncer. Para tan afanosa tarea, los protagonistas deambulan por tres épocas bien distintas (la España de los conquistadores, el presente y el siglo XXVI), y abarca en su cansino discurrir otras tantas culturas religiosas (cristiana, maya y budista)
Todo muy bonito y esas cosas, pero hay que tener poca vergüenza para decir que “La Fuente De La Vida” supone una renovación en el campo de una ciencia ficción que según asegura el director ha caído en manos de los fanáticos de la hipertecnología. Y digo yo, ¿acaso esa hipertecnología de la que reniega no es otra cosa que uno de los estandartes del género? Señor Darren, le recuerdo que cuando los conquistadores españoles se embarcaron en el descubrimiento de América a finales del siglo XV no lo hicieron portando la vestimenta típica que había usado el ejército mongol tres siglos antes. Por la misma podría haber disfrazado a su Pizarro particular de folklórico o con traje de luces, y eso, quedaría visualmente muy bonito pero desde luego si que habría de considerarse pura ciencia ficción, sin tecnologías ni nada, eso sí.
Fue justo en ese momento cuando más claramente le ví el plumero. Daban igual las fechas, personajes e incluso historia, porque se ha limitado a disfrazarla exactamente del mismo modo que hiciera con el conquistador. Cuando hay tan poco que contar, lo mejor es desviar la atención. Existen múltiples artimañas para tal menester, desde luego, y con esa escena en que la Weisz aparece en la bañera llegué a pensar que tiraría por el camino fácil, ese que se resuelve con una teta a tiempo.
En esta ocasión me equivoqué y la herramienta empleada para disimular el descalabro resultó ser la fotografía. Y ojo, en este aspecto si que he de admitir que es usted un verdadero monstruo. La única grandeza que le encuentro a esta película es precisamente esa, la potencia visual con que está resuelto cada uno de los fotogramas. Se hace tan agradable de ver, de una belleza cromática tan impactante, que el espectador, aunque no debiera, puede dejarse engañar fácilmente olvidando la esencia misma de todo buen film, que no es otra que la historia.
Tanto Hugh Jackman, que a lo “pequeño saltamontes” vuelve a dejarme perplejo, como Rachel Weisz, han sabido mostrarse sólidos y hasta convincentes en sus interpretaciones, resultando otra de las bazas positivas de la película, pero por desgracia terminan igualmente devorados por la insaciable bestia que es el aburrimiento. Los minutos transcurren sin que termine de pasar nada. Toda la parte relativa al tiempo futuro, encerrada en una especie de microcosmos, se me hace completamente prescindible. La que hace referencia al pasado, pudiera resultar la más entretenida, pero ni cumple el más mínimo rigor histórico, ni resulta creíble. En cuanto al presente, sobre el que discurre la mayor parte del hilo argumental, vuelvo a encontrarme con otro drama lacrimógeno para mentes sensibles. (Casi me ha quedado como el eslogan de la página y sin premeditación)
Amigo Darren, estoy seguro porque ya lo vi hace siete años, que tu último trabajo volverá a funcionar bien, pero déjame decirte que eres un tramposo. Una historia no se construye a base de decorados cartón piedra y efectos digitales. Ni deslumbrando con imágenes o con inteligentes movimientos de cámara. Ni tan siquiera recurriendo a dos actores como la copa de un pino. Hay que tener algo que contar, ya no digo bueno, pero algo, porque recuerda que de nada servirán todas tus habilidades si el espectador deslumbrado observa tu obra con otros ojos y termina por pillarte el as escondido en la manga.
En esta ocasión me equivoqué y la herramienta empleada para disimular el descalabro resultó ser la fotografía. Y ojo, en este aspecto si que he de admitir que es usted un verdadero monstruo. La única grandeza que le encuentro a esta película es precisamente esa, la potencia visual con que está resuelto cada uno de los fotogramas. Se hace tan agradable de ver, de una belleza cromática tan impactante, que el espectador, aunque no debiera, puede dejarse engañar fácilmente olvidando la esencia misma de todo buen film, que no es otra que la historia. 
