Un año más, y van cuatro, Madrid se viste de gala para recibir a sus marcianos favoritos, esos que vienen del planeta Sci-Fi en un gran platillo, reparten chocolatinas y en cada nueva edición consiguen abducir mayor cantidad de público con sus proyecciones hipnóticas.
Estos pactos siempre son irreversibles, salvo una pequeña claúsula que parece, en principio, imposible de lograr: El hechizo puede romperse si nieva en primavera y la muerte se transforma en vida.
Asà es como la niña se convierte en una princesa de corazón solitario, y en esas estamos cuando un misterioso hombre con una armadura roja y una máscara dorada salva su vida y roba su corazón. Nos encontramos con otra historia de amor, enredo, guerreros y conspiraciones, parecida a la anterior pero con ligeras diferencias.
Es una coproducción china, japonesa y surcoreana e incluye a conocidos actores de los tres paÃses, el nipón Hiroyuki Sanada, visto en "El Último Samurai" (2003), el surcoreano Jang Dong-Kun y la china Cecilia Cheung. El vestuario y la banda sonora son maravillosos, y han satisfecho una de mis debilidades fetichistas: ¡tiene lucha con abanicos!
Creación de Terry Gilliam, el miembro norteamericano de los Monty Python que nunca deja impasible, para bien o para mal, tanto al público, como a la crÃtica. La pelÃcula fue proyectada en el Festival De Cine De San Sebastián, donde a pesar de obtener el premio a la mejor pelÃcula por el Jurado De La Federación Internacional De La Prensa Cinematográfica, protagonizó un enfrentamiento con la prensa por el eterno tema aquel de si sus pelÃculas no se entienden, o es por la falta de imaginación y/o inteligencia del espectador.
Gilliam tiene cosas muy buenas como "Brazil" (1985) y "12 Monos" (1995), cosas más comerciales y digeribles como "El Secreto De Los Hermanos Grimm" (2005) y luego cosas densas como Tideland. No voy a ponerme a analizar demasiado la pelÃcula, los que ya conocer a Gilliam o le aman o le odian. Para los que no, yo les dirÃa que es un poco como el efecto David Lynch, pero en cualquier caso si eres más bien convencional y no te gustan demasiado las cosas raras, no te apuntes.
Son ya varios los directores que no muestran reparo en orientar el terror asiático por caminos ligeramente americanizados u occidentalizados: Takashi Shimizu o Hideo Nakata por ejemplo. Pero el problema del terror asiático es que es psicológico en un alto tanto por ciento, el impacto del fantasma viene dado por la tensión creciente soportada durante más de una hora, en la que lo oyes, ves su sombra, su rastro, pero jamás se muestra de una forma clara. Si eliminas esa tensión de la espera, el fracaso está casi garantizado.
Hatchet es la historia de Victor Crownley, que asesinado a hachazos por su padre vaga ahora por los pantanos de Lousiana con su hacha (o lo que se tercie) al hombro matando a diestro y siniestro. Es la tÃpica historia de un ser deforme, enfadado y de pocas palabras (un par de gruñidos a lo sumo), que viene a sumarse a todas aquellas de entre las que consideraremos a Jason padre oficial.
Tanto la dirección como el guión corren a cargo de Adam Green, que pasa -agarráos- pocos años de la veintena. Se trata de una producción totalmente independiente y con actores jóvenes de televisión que lo ha pasado un poco mal para encontrar distribuidora y emula a los clasicazos de terror de los años 80 e incluso a las series B de los 70.
Entre el reparto, nos encontramos con la sorpresa de ver a Robert Englund, el Freddy de la larga saga de Pesadilla En Elm Street. Interpretando al asesino, podemos ver, aunque lo que se dice ver no se le ve mucho, a Kane Hodder, que es el hombre que ha encarnado a Jason en varias de las secuelas de Viernes 13 y que parece a ratos un muñeco de gomaespuma gigante.
Es una de esas pelÃculas a la que el adjetivo terror no le hace justicia, puesto que cuenta con grandes dosis de comedia y unos diálogos geniales. Su proyección, la última del viernes, arrasó en la sala repleta de público agotado tras la sobredosis cinematográfica del segundo dÃa pero que revivió y despertó con esta cinta, exclamando y vitoreando. Sencillamente una de las triunfadoras de la muestra.