El amigo del Lado Oscuro, Jesús Palacios, cinéfago, cinéfilo, crítico de cine y escritor nos abre su mansión y, en animada tertulia, nos adentramos con él en temas...peligrosos
Jesús Palacios (Madrid, 1964). Escritor y crítico de cine, se sintió siempre atraído por el lado oscuro de la Cultura y La Historia y así lo demuestra su obra. Satán en Hollywood (Valdemar), Psychokillers (Temas deHoy), Alégrame el día (Espasa), Los ricos también matan (Temas de Hoy), La fabrica de los sueños (Espasa), Nosotros los vampiros (Oberón), Erik Jan Hanussen (Oberón), Qué debes saber para parecercinéfilo (Espasa)...Son algunos de sus libros de más éxito.
Colabora en las revistas Fotogramas, Qué leer, Más allá, El Cultural (de el diario El Mundo), Generación XI y 2000 Maníacos. Experto en Cine Fantástico, es colaborador habitual de los festivales de , y , de la Semana Negra de Gijón y de la Semana de Cine Fantástico de San Sebastián.
También lo conocimos como guionista del programa de cine fantástico Inferno 13 del canal especializado Calle13 y, actualmente lo podemos ver colaborando en el espacio La Noche Sin Tregua.
Gracias, Jesús por dedicarnos tu tiempo entre tanta actividad.
Esta afición por las tinieblas te viene de familia. Tu padre, Joaquín Palacios, autor de la única “Antologíade la Poesía Macabra Española e Hispanoamericana” (Valdemar), de gran interés para nuestro público, ya apuntaba maneras. Cuéntanos,¿cómo te atraparon las sombras?
J. P.: La verdad es que nací acunado por las sombras. De hecho, a diferencia de muchos de mis colegas, yo no tuve que enfrentarme a mi familia para poder dedicarme a mi afición por lo fantástico y sobrenatural. Mi padre era ya un gran lector y erudito, con una particular inclinación por lo macabro y esotérico. En mi casa estaban colecciones completas de revistas como “Nueva Dimensión”, “Historias para no dormir”, “Horizonte”, etc., además de cientos de ejemplares de las obras de Poe, Baudelaire, Lautremont, Le Fanu, Maupassant y otros clásicos del género, sin dejar de lado gente más moderna como Robert Bloch, Bradbury, las antologías de Hitchcock, las colecciones de ciencia ficción, terror y misterio de Bruguera, Dronte, Novaro, Taber… Los monstruos se hicieron pronto mis amigos y aliados, y mi padre fue quien me animó y ayudó a editar fanzines que editaba con él, como “Excalibur” o “El Grito”.
Con frecuencia los no-iniciados identifican “lo oscuro” como un concepto estético de segundo orden. ¿Cómo concibes tú la oscuridad en la manifestación artística? ¿Crees que se trata de un conjunto de referencias terroríficas o es algo más amplio?
J. P.: El Lado Oscuro se manifiesta a menudo a través del cine de Serie B, de la literatura de género fantástico, del cómic, de la música pop, y otros fenómenos habitualmente menospreciados y marginados por la corriente general… Naturalmente, todo esto es engañoso. Mucho más que un simple conjunto de referencias, la estética “oscura” es indispensable y fundamental para la comprensión del ser humano, y para mí su manifestación más auténtica y necesaria. Hacen mucha más falta las sombras que las luces, porque el hombre es, esencialmente, una criatura oscura, llena de secretos y rincones ocultos, que solo pueden salir a la luz e integrarse en una vida más plena y equilibrada, gracias a ese ejercitar el Lado Oscuro. Además, la estética de lo Oscuro no se limita a esos géneros o “subgéneros”, para mi tan respetables e importantes, si no más, que cualquier otra manifestación cultural. También encontramos lo Oscuro formando parte de las mayores tradiciones de Occidente: el TeatroGriego, la Tragedia Isabelina, la pintura Tenebrista, el Neopaganismo del Renacimiento, el Romanticismo, el Simbolismo y el Modernismo Decadente, el Surrealismo… Si alguien todavía puede considerar “menores” artistas y escritores como Poe, Redon, Kubin, Yeats, Giger, Goya o Huysmans, lo mejor sería que le viera un médico.
En muchos de tus libros (Psychokillers,p.ej.) nos muestras lo más perverso del alma humana. ¿Es esta perversidad un hecho anecdótico o nos encontramos más bien con algo que nos es común a todos los humanos?
J. P.: La “perversidad”, el “mal”, en sus distintas expresiones, es sin duda humano, demasiado humano. Querer aparentar que los asesinos en serie o los dictadores más brutales son “monstruos inhumanos”, es un intento vano de demonizar lo peor del ser humano, en lugar de tratar de analizarlo, comprenderlo e incluso integrarlo en nuestra experiencia, para así mejor evitar o combatir sus expresioness más peligrosas. Pero Hitler no era un mago esotérico loco, ni Stalin un demonio rojo del espacio exterior, como Jack el Destripador o el asesino de Alcasser, no son tampoco hombres lobo, vampiros o instrumentos de conspiraciones inverosímiles. Son seres humanos, no exactamente como tú o yo, claro, pero igualmente humanos.
La atracción por la figura del “monstruo” es patente en el Cine y la Literatura. ¿Qué representa el monstruo para el espectador de hoy? ¿por qué nos atrae tanto?
J. P.: Yo creo que el monstruo que atrae hoy es el monstruo humano. Por una parte, hay autores que tratan de satanizarlo, de mostrarlo como personaje casi folklórico, sobrenatural y, por tanto, inhumano o, a veces, suprahumano, convirtiéndolo en el moderno vampiro, licántropo o demonio. Otros, más sutiles, exploran la que de monstruoso pero inherente a su naturaleza tiene el hombre, así como la sociedad que ha creado. Artistas como Cronenberg, Svankmajer, Lynch, Marilyn Manson, Giger… han inventado maneras personales de mostrar al nuevo monstruo actual. Pero el monstruo no puede pasar nunca de moda, porque vive en nosotros.
En tu penúltimo libro “Eric Jan Hanussen. La vida y los tiempos del mago de Hitler”, haces tu primera incursión en la Historia a través de un personaje fascinante. ¿Tienes pensado ofrecernos otras inquietantes biografías en un futuro?
J. P.: Me gustaría seguir la línea iniciada con “Hanussen”, porque creo que analizar de cerca personajes así, a la luz (o la sombra) de su época, nos permite entender mejor el mundo actual y también la eterna fascinación por el Lado Oscuro que nos acompaña. El problema es que un libro de estas características lleva casi dos años de trabajo: investigación, lecturas, cartas, entrevistas… Lo pone muy difícil. Pero no descarto seguir escribiendo biografías de personajes excéntricos, esotéricos y excesivos como Hanussen… O como Crowley, Roso deLuna, LaVey, el Tsar Peladan, Rudolf Steiner, Huysmans…
En “Nosotros los vampiros” te acercas de modo periodístico y a través de la entrevista al mundo de la noche y sus oscuros personajes. ¿Qué clase de vampiros crees que existen en la vida real?
J. P.: Creo que hay vampiros de varias clases. Los más evidentes y llamativos, pero sin duda los más inofensivos, son los seguidores del vampirismo como forma de expresión personal, estética y hasta, a veces, ideológica. Personas que deciden conducir su fascinación por el personaje a una identificación más íntima, que les lleva incluso a beber sangre (de forma consensuada cuando es humana, claro), a dormir de día, frecuentar cementerios, afilar sus colmillos… Es, en definitiva, una forma de expresión personal, a veces moda pasajera, aunque a veces se inscribe en una visión particular del fenómeno más amplio del luciferismo filosófico. Después están “los otros”, los más peligrosos: los asesinos en serie psicopáticos, cuya desviación patológica les conduce a la ingestión de sangre y hasta al canibalismo para satisfacer su pulsión. Lo principal no es que se les pueda considerar vampiros, rol que asumen a veces de forma voluntaria y a veces no, sino que son sociópatas asesinos y un peligro para todos. Aún habría al menos otro vampiro más cotidiano pero a veces también peligroso: el vampiro psíquico. Ese tipo de persona que absorbe tu energía y te deja poco menos que psicológica y emocionalmente desangrado… A veces de forma inconsciente, pero en otras, con plena conciencia de estar vampirizándote.
Cine de efectos especiales impresionantes o el blanco y negro de los comienzos del cine mudo ¿con qué te quedarías? Háblanos de alguna de tus películas favoritas. J. P.: Tengo cada vez una guía más obvia en mis gustos cinematográficos: aquello que se aparta de la norma, de lo habitual. Puede ser una película en blanco y negro muda… O un sangriento giallo italiano. Puede ser un musical alemán absurdo de la época nazi… O una película de Bresson o Godard. Puede ser un filme de terror juvenil de los años 50 o 60, de Corman o Herman Cohen… O una película checa pop de la Primavera de Praga… Lo importante es que sean cosas que se salen de la corriente general, por arriba o por abajo. Son esas películas, despreciadas por muchos, incomprendidas, malinterpretadas, olvidadas, las que de verdad me fascinan y atraen. Tienen el poder mágico de lo singular, de lo diferente. No han sido sobadas y desprovistas de la fuerza de sus imágenes.
Aunque no parece que te pueda quedar tiempo libre, sé que te gusta la música y que, en ocasiones, ejerces de D.J. ¿Qué discos estás escuchando últimamente?
J. P.: Lo cierto es que me gusta pinchar de vez en cuando música, porque creo que la música pop es, o por lo menos ha sido durante casi todo el siglo XX, una forma de magia pura y directa. Al ejercer de Dj. se ejerce también un poco de chamán, enviando a la gente que te escucha sonidos, palabras y vibraciones que les provocan reacciones concretas, estados de conciencia y de ánimo. Creas así una atmósfera mágica, un mundo concreto, separado temporalmente del mundo exterior. Pero lo cierto es que últimamente estoy bastante desconectado de la escena musical. Tengo poco tiempo y lo que se oye en los medios habituales me parece básicamente horrible. No soporto el pop español, y cuando tengo tiempo de escuchar algo, me vuelvo a la música clásica (la llamada culta… o el rock de los 60 y 70, que también es música clásica), las bandas sonoras y los grupos que me acompañaron en los 80 (Ultravox, Depeche Mode, OMD, Siouxsie, etc.). También me gusta “re-descubrir” gente que me pasó un tanto desapercibida en su día, como Andi Sexgang, Christian Death, Dead Can Dance y otros góticos atípicos. Sigo siendo fan rendido del glam, pero tampoco desprecio escuchar música electro, dance y techno de los 90, aparte de estrellas como Marilyn Manson, Rob Zombie y demás, ya un poco decadentes, pero siempre interesantes… En cualquier caso, no encuentro nada actual, del nuevo milenio, que me llene como me llenaron los New Romantics y la New Wave de los 80, el Punk de los 70 o el Technopop. Eso sí, sigo escuchando música francesa, desde el gran Serge Gainsbourg hasta sus descendientes actuales como Benjamín Biolay.
Sorpréndenos ¿qué andas maquinando ahora? ¿presentarás tu último libro en Madrid ya que nos has abandonado por otra ciudad más recoleta y mágica?
J. P.: Ahora mismo acabo de terminar, en colaboración con mi colega y crítico de cine Roberto Cueto, “Asianoir. Serie Negra al estilo oriental” (T&B), para el Festival de Cine de Las Palmas, que recoge artículos y textos sobre cine negro del Japón a Tailandia, pasando por India, Hong Kong, Corea... Para la Feriadel Libro saldrá reedición de “Alégrame el día” (Espasa), y ahora estoy inmerso en una nueva y personal excursión al Lado Oscuro: “Katanas, mentiras y cintas de vídeo” (Espasa), que denuncia la desinformación que rodea el mundo de la cultura Oscura y juvenil, y su intento de criminalizarlo o desprestigiarlo por medios amarillistas, ignorantes y de dudosa intención: juegos de rol, videojuegos, cine gore, supuestas snuff movies, rock satánico… Lo dedico a todos los hijos incomprendidos del Lado Oscuro.