Tienes que aceptar la realidad, sin importar lo cruel que sea.
Ante los demás tu vida es sencilla, tranquila, simple. Creen que eres normal, a pesar de cómo te vistes; sin embargo, tu realidad y la locura son gemelas. Ves hacia adentro de tà para descubrir que estás lleno de mierda. Aún asÃ, sonrÃes. Maldad tácita cuyos mensajes de uso van desapareciendo con la maestrÃa que brinda el tiempo.
Por otro lado, las malas compañÃas te acechan, atraes de manera incierta gente indeseable, escoria humana. La razón huye de ti, tu memoria se queda dormida y tu inteligencia tergiversa la información que recibe.
Pero, cuando por fin se acerca alguien a ti lo humillas, lo tratas de la peor manera posible. Te echan de sus vidas y lloras, crees ser alguien digno de la amistad de cualquiera a pesar de que al transcurrir el tiempo eres más vil.
Sigues llorando. Te crees una Magdalena, gritas que necesitas la amistad de alguien y al mismo tiempo le compras el sexo a quien se deje.
Piensas en el suicidio, pero eres cobarde. Comprendes a quien se ha suicidado. El dolor que echó raÃces en ellos, la amargura, la impotencia para cambiar la realidad. Les ha pasado lo mismo que a ti. Comprendieron la verdad y no fueron tan blandos como tú. Empuñan cualquier arma y se arrancan la vida.
Llega alguien a quien amas. La vida te parece rosa; crees que se acabó tu sufrimiento, todo tu pesar. Inclusive cambias tu guardaropa negro por playeras amarillas, le agregas soles a tus jeans y usas huaraches artesanales, ya sabes, por eso de olvidarte un rato de satanás y amigarte con el hippie de Jesús.
La necesidad no te deja ver la vanidad de tu ser amado. Su deseo incansable de ponerte de rodillas a sus pies. Y lo logra. Tú no te das cuenta, hasta que le escuchas hablando mal de ti. Te ha vencido. De repente el mundo se derrumba de nuevo. Su recompensa es un nuevo amor; la tuya es tu indecisión para suicidarte.
A estas alturas ya nada te interesa, la magia de antes se ha desvanecido. Todo es molestia, y te sientas esperando lo peor, que fluye continuamente.
Para los demás no es nada; para ti es tu vida cotidiana que se va al caño.
De tu boca brotan filosos vituperios para ser una persona tan linda. Jamás te sacrificas por nadie para ser tan bondadoso; a menos de que puedas quedar como vÃctima.
Odias demasiado, para ser alguien amoroso y recuerdas todo el daño que te han hecho, a pesar de que siempre dices no ser rencoroso.