Minutos antes de la llegada del año nuevo, la muerte decide suspender su labor milenaria en un país monárquico, del que se omite el nombre.
"Las Intermitencias de la Muerte" escrito por Saramago José en la editorial de Alfaguara (ISBN: 970-770-325-3) con 274 páginas. Desde Portugal y presentado en 2005 se encuadra en el género Fantasía Enlaces Relacionados:José Saramago & Alfaguara Valoración: 9.25 sobre 10
José Saramago nacido en Azinhaga, Portugal, en 1922, ganador del premio Nobel de literatura en el año 1998, entre tantos otros premios ganados a lo largo de su vida, publica en el año de 2005 el libro cuyo título original es 'As Intermitencias da Morte' traducido como 'Las Intermitencias de la Muerte' en el cual plantea una cuestión muy simple, ¿qué pasaría si de pronto la muerte decidiera suspender su labor milenaria? El hecho lo ubica en un país monárquico del cual omite el nombre. El peculiar estilo de Saramago de romper a su antojo las reglas gramaticales es del que se cuelgan los pseudo innovadores de esta década.
"Al día siguiente no murió nadie", comenienza la novela que poco a poco va desbaratando una compleja maraña que permanecía bien acomodada en el rincón del armario de la muerte sádica. Al principio, los habitantes del país se alegran sintiéndose lo mejor del mundo. Alguien nota que las personas que estaban a punto de morir, al primer día de enero quedaron en un suspenso, ni muertos ni vivos. A alguien se le ocurrió pensar en qué papel tendría la iglesia, mercader de la muerte por excelencia, si nadie moría. El problema, idílico en un principio, se convierte en un caos al transcurso de los meses sin que nadie sepa por qué ya no aparece la muerte por ningún lado. Las agencias funerarias se van a la quiebra, también las aseguradoras y el estado. De pronto el Gobierno, el sector salud, la iglesia, la economía, los periódicos y todos y cada uno de los habitantes entran en un caos. La gente en estado suspendido se acumulan como basura, las casas de reposo se atascan de personas, hasta que en un pueblo cercano a la frontera un hombre de edad avanzada en estado de escasa vida se pregunta, ¿podré morir del otro lado de la frontera? Y el problema, ya complicado en sí, se convierte en un escenario que bien podría definirse como el apocalípsis.El relato que bien podría ser fantástico con bastantes toques de sátira y la nunca mal aceptada crítica a la política de estos tiempos es una lectura de carrera vertiginosa que te apresa desde el primer renglón hasta el último, apenas con el suficiente tiempo para respirar.
Editado con todos los lujos con los que Alfaguara acostumbra trabajar, es un libro que no te llevará más de una semana completar de leerlo, pero el buen sabor de boca perdurará mucho más tiempo.Lo más destacable del libro es la descripción de una muerte con eme minúscula, una muerte pequeña, débil, cási a punto de resquebrajarse de la que uno en ocasiones quisiera exclamar, póbrecita muerte, olvidándose que, a final de cuentas, es simple y llanamente muerte.
Y, como diría Saramago, al día siguiente no murió nadie.