Surgida a finales de la Edad Media y de raíces netamente paganas, la representación de la Trinidad Trifacial tuvo un gran auge entre las representaciones religiosas del Renacimiento. Pero pronto la Iglesia Católica la consideró monstruosa y herética y la condenó en el Concilio de Trento y en bulas posteriores, destruyendo la mayoría de estas imágenes. A continuación repasamos los ejemplos que nos han quedado de ella.
Para daros una referencia y tener conocimiento de las representaciones de este tipo en España me parece pertinente nombrar los ejemplos de la Trinidad trifacial aparecidos en nuestro país. En un último apartado mencionaré también los ejemplos de la América colonial, en los virreinatos de Nueva España (México) y del Perú.
Para referirme a las representaciones hispanas acudo de nuevo a Germán de Pamplona, que nos habla tanto de los ejemplos pretrinitarios como de las representaciones de la Trinidad trifacial propiamente dicha.
Como ejemplos pretrinitarios señala cuatro ejemplos en la zona de Navarra: Garitoain (Monreal), dos en Artaiz (valle de Unciti) y en Iriso (Izagaondoa). Proceden los cuatro de la influencia francesa llegada probablemente por el camino de peregrinación jacobea Jaca-Puente la Reina, que pasa por Monreal, zona en la que se enclavan estos cuatro ejemplares.
Respecto a la época gótica, De Pamplona señala solamente dos ejemplos, un relieve del siglo XIV en Tudela y una miniatura gótica en Manresa.
Más importantes para el presente estudio son los ejemplos de Trinidad trifacial que tienen lugar en el arte hispano de los siglos XVI y XVII sobre los que me detendré. Son cuatro ejemplos solamente, cuadros muy modestos, y cuya importancia se basa más en su componente iconográfico que en su valor estilístico-técnico. Hay que destacar que mientras esta iconografía se hace muy patente en el Renacimiento italiano, las obras en España no son ninguna de esta fecha, sino que son ya de época barroca.
El primer ejemplo es la "Trinidad de Tulebras". La tabla es obra de Jerónimo Cosida, activo en Zaragoza entre 1533 y 1580, del que se dice que introdujo el rafaelismo en la escuela aragonesa. Está ubicada en el convento cisterciense de Santa Mª de Tulebras en Navarra. La obra está fechada en 1570. Está pintada en una tabla semicircular, en posición sedente, cubierta con un amplio manto adorada por un coro de ángeles a su alrededor. Lleva en la cabeza el nimbo crucífero medieval y sostiene en sus manos el triángulo equilátero con una inscripción que desvela el enigma de la Trinidad mediante una representación simbólica.
El segundo ejemplo español es la trifacial del Hospital de Mondragón. Procede del antiguo convento de franciscanos de Mondragón (Guipuzcoa). También posee el triangulo simbólico con la única inscripción “Pater non est Spiritu Santo”. Lleva el nimbo crucífero y va acompañada del Tetramorfos (representación de los cuatro Evangelistas con sus cuatro símbolos). Se puede fechar el cuadro en la primera mitad del siglo XVI.
El tercer ejemplo es la Trinidad del Museo Marés de Barcelona. Acompañan a la imagen tanto el Tetramorfos como el triángulo equilátero. La cabeza de la trifacial está envuelta en triple nimbo radiante y concéntrico, ninguno crucífero. En base a estos elementos y al exceso de ornamentación la obra se data en el primer tercio del siglo XVII.
El último ejemplo hispano es la Trifacial del Museo de Arte Moderno de Barcelona. Es un óleo sobre lienzo. Lleva triple nimbo concéntrico, además de irradiaciones divinas que brotan de la cabeza. Es el único de los cuatro cuya representación es sólo de busto y sin triángulo. Es de un autor anónimo español, probablemente del siglo XVII.
La condenación de la iconografía trifacial por parte de la iglesia
Las referencias para este apartado las hallamos por una parte en el texto de Consuelo Maquivar, así como en un artículo de Carlos Sastre Vázquez.
Desde la época de los primeros tratadistas del Renacimiento, la Trinidad trifacial fue considerada herética, a pesar de que en la Edad Media fue utilizada con cierta frecuencia. Vemos a continuación la opinión de algunos tratadistas y de la iglesia al respecto de esta iconografía.
Esta iconografía comenzó a ser denunciada desde la Edad Media por el teólogo Gerson como sacrílega y monstruosa. También San Antonino de Florencia declaró reprensibles a los artistas que representaban la Trinidad con tres cabezas. Molano hablará de esta representación como de un “simulacro diabólico”. Interián de Ayala también la criticará tachándola de “absurdísima y monstruosa” y de “monstruo horrible, disforme y digno de las mayores execrasiones”. Otra opinión a tener en cuenta es la del jesuita Roberto Belarmino, que participó de forma relevante en las reuniones del Concilio de Trento, quien dijo que estas imágenes trifaciales se debían al “capricho o antojo” de ciertos pintores que “finjían” así imágenes de la Trinidad. Compara estas imágenes con las paganas del mundo antiguo.
Finalmente esta forma de representación fue condenada por el Concilio de Trento en el decreto sobre el culto y veneración debidos a las imágenes sagradas del 4 de diciembre de 1563. Uno de los motivos era que los reformistas protestantes se referían a este tipo de imágenes como el “Cervero católico”.
Este tipo de imágenes debieron tener cierta aceptación, pues merecieron la atención de dos pontífices después de Trento. El primero de ellos Urbano VIII (1623-1644) las prohíbe en 1628 y parece ser que esto frenó su proliferación. Sin embargo, cien años después, el papa Benedicto XIV, en un documento de 1745, nuevamente aborda el tema y apoyándose en sus antecesores las declara “proscritas”. Benedicto XIV se refiere explícitamente a las imágenes de “un cuerpo con tres cabezas”.
Consuelo Maquivar señala que esta iconografía no debió ser sólo sancionada por su reminiscencia con deidades paganas o su carácter diabólico, sino que por los adjetivos que refieren, fueron rechazadas por su apariencia fea, antiestética y, por tanto, indigna para presentar con ella a Dios.
Representaciones en el Virreinato de Nueva España (México)
Consuelo Maquivar nos dice que a pesar de todas las prohibiciones debieron llegar a Nueva España estampas que sirvieron de modelo para los artistas locales, pese a que las seis obras que se han detectado corresponden al período de mayor controversia en Europa, esto es, en el siglo XVIII.
Puede establecerse una clasificación de estas obras, por un lado tres obras que muestran sólo un rostro, a manera de Santa Faz y por otro las que muestran la imagen de medio cuerpo o de cuerpo entero. Sólo en un caso se trazó la Trinidad a semejanza del modelo italiano de Andrea del Sarto, con un rostro de frente y dos de perfil. El resto muestran una sola cabeza con cuatro ojos, tres narices y tres bocas.
Respecto a las obras que muestran la Santa Faz, puede decirse que dos de ellas tienen la misma factura, y por su buen hacer pueden recordar a los modelos de Alonso López de Herrera, que sirvieron de inspiración a pintores posteriores. Los dos ejemplos pertenecen a la Catedral de México, aunque uno de ellos se encuentra actualmente en el Museo Nacional del Virreinato.
La tradición de la Santa Faz es legendaria. La primera vez que se pinta la plasmación del rostro de Jesús en el paño de la Verónica es en una "Biblia" francesa del siglo XIV y se popularizó a partir de entonces. El origen de esta iconografía se encuentra en uno de los textos complementarios del "Evangelio apócrifo de Nicodemo", donde se cuenta que la Verónica, deseando tener una pintura con el rostro de Cristo, fue agraciada por Dios con la impresión milagrosa de la Santa Faz.
La tercera obra con la Santa Faz trifacial se encuentra en San Juan Tilapa, en el Estado de México. Se conserva en la iglesia de San Juan Bautista y es de factura popular. La pintura presenta a Cristo arrodillado con los símbolos de la Pasión, entre los que destaca el paño de laVerónica, con el rostro trifacial de Jesús. Esta representación si que recuerda a la imagen representada por Andrea del Sarto. Esto nos hace preguntarnos como un modesto pintor provincial pudo hacerse eco de la pintura italiana. Maquivar señala que es posible que esta iconografía haya sido manejada por otros artistas cuya obra se ha perdido probablemente por la prohibición eclesiástica.
Las tres imágenes restantes son las que representan a Dios de cuerpo entero con el rostro trifacial.
La primera de ellas es anónima y se encuentra en una colección particular. Es de grandes dimensiones y nos muestra la figura de Dios vestido con túnica y capa pluvial, sentado en un trono de nubes, rodeado por cabecitas de querubines. Eleva su mano derecha para bendecir en tanto que con la izquierda sostiene la esfera del mundo. Se trata de una pintura de poco oficio, con los mismos rasgos que las antes mencionadas, salvo que no muestra la corona de espinas y de la representación de la sangre, puesto que se trata de una representación gloriosa.
Otra de las representaciones está integrada en la mesa de la sacristía del ex convento agustino de San Juan de Sahagún, en Salamanca, Guanajuato. Está tallada en madera, traceada y policromada. Fue adquirida para el convento en las primeras décadas del siglo XVIII. La figura de Dios-Trinidad viste con túnica roja, alba y capa pluvial morada. Entre sus manos mantiene el triángulo equilátero con el jeroglífico de la Trinidad. La imagen de la Trinidad está coronada por cuatro medallones con los símbolos del Tetramorfos. La figura trinitaria está rodeada por las efigies de los apóstoles que portan los atributos de su martirio, así como por el Cordero apocalíptico colocado sobre el libro de los siete sellos. Para Maquivar esto provoca una cuestión, ¿Cómo una obra de tal calibre pudo ser realizada cuando estaba claramente sancionada por la iglesia, y cómo se salvó de la destrucción?
A juzgar por las similitudes que muestra con los ejemplos de Tulebras y Manresa mencionadas en el apartado de representaciones de la Trinidad trifacial en España, cabe fácilmente ponerlas en relación. Así que esto hace probable o bien la presencia de autores españoles que llevaron esta iconografía al continente americano, o por el contrario llegaron de España estampas con esta representación.
El último de los ejemplos novohispanos es un lienzo triangular que se encuentra en el Wardswoth Atheneum en Connecticut. Es un anónimo del siglo XVIII y representa el busto de la Trinidad enmarcado por un nimbo triangular. Viste túnica azul y manto rojo. La mano derecha bendice y la izquierda sostiene la bola del mundo. Otra vez está siguiendo el esquema de la tabla flamenca de 1500 mencionada anteriormente. Alrededor del lienzo se puede leer la inscripción: “... mi familia Creemos en el misterio Altísimo de la Beatísima Trinidad y Creemos que son tres personas distintas y un solo Dios verdadero”. Tiene faltas de ortografía, por lo cual se supone que el autor de la pintura no era una persona cualificada en su oficio.