El poema en pareados de Borges servirá de guía para contar la historia del vino desde sus orígenes hasta hoy a través de poemas, mitos, leyendas, canciones y célebres frases.
AL VINO
En el bronce de Homero resplandece tu nombre,
Negro vino que alegras el corazón del hombre.
Siglos de siglos hace que vas de mano en mano
Desde el ritón del griego al cuerno del germano.
En la aurora ya estabas. A las generaciones
Les diste en el camino tus fuegos y tus leones.
Junto a aquel otro río de noches y de días
Corre el tuyo que aclaman amigos y alegrías,
Vino que como un Éufrates patriarcal y profundo
Vas fluyendo a lo largo de la historia del mundo.
En tu cristal que vive nuestros ojos han visto
Una roja metáfora de la sangre de Cristo.
En las arrebatadas estrofas del sufí
Eres la cimitarra, la rosa y el rubí.
Que otros en tu Leteo beban un triste olvido;
Yo busco en ti las fiestas del fervor compartido.
Sésamo con el cual antiguas noches abro
Y en la dura tiniebla, dádiva y candelabro.
Vino del mutuo amor o la roja pelea,
Alguna vez te llamaré. Que así sea.
(Jorge Luis Borges. Obra poética.)
Cuenta la tradición que fue Noé, tras el diluvio universal, el primero en plantar una viña en el monte Ararat. Luego el vino se difundió por Mesopotamia ”como un Éufrates patriarcal”. “Noé se dedicó a cultivar la tierra, y plantó una viña. Un día, bebió vino y se embriagó, quedándose desnudo dentro de su carpa”. (Génesis, 9. 20-21, primera mención del vino en la Biblia).
Fue el dios greco-tracio Dioniso quien propagó la esencia del vino tras su viaje misionero a la India. En el mito sobre el nacimiento de Dioniso está relacionado con el surgimiento del vino en Grecia. Muchos poetas han aplicado a Dioniso el sobrenombre de amante de Erigona, cuyo origen es el siguiente:
“Erigona, hija de Icario, rey de Laconia, era hermana de Penélope, y, como ella tenía un carácter muy tímido, circunspecto y reservado. Cuando Baco recorría los diversos países de Grecia, un día se detuvo en los estados de Icario, al que enseñó el arte de mejorar el cultivo de la vid y obtener plantíos de superior calidad. Erigona, que era entonces joven y hermosa, cautivó al momento el corazón del dios, quien apeló a todos los medios para agradarle y desplegó todos los recursos de un espíritu jovial y los encantos de una conversación amena y chistosa para hacerse amable a los ojos de la doncella. Pero, ¡ay! perdía el tiempo. El porte rumboso del dios vendimiador, su tono caballeresco, sus originales ocurrencias, sus eternas coplas, resultaban en extremo antipáticas a la modesta joven, la cual se sentía más distanciada del dios cuanto más persistentes eran sus homenajes. Apenas pronunciaba palabra para hacerse alguna declaración o una simple cortesía, ella sonreía compasivamente y dejaba al dios que acabara solo su arenga. Parecía perdida ya toda esperanza de que las palabras del dios mereciesen atención alguna, y el vencedor de la India, vencido a su vez por aquella mujer, iba a partir con el alma acongojada, cuando se dio cuenta de que a Erigona le gustaban las uvas con locura y de que se escapaba todas las tardes para ir al campo y hartarse de ellas a su gusto. Al descubrir esta afición de la joven, corre a la villa de Icario, se coloca junto al camino por donde la princesa ha de pasar y toma la forma de un espléndido racimo encarnado prendido a una vid. Llega Erigona y al ver a la luz del crepúsculo el racimo tentador, corre hacia él y lo arranca. Baco retorna inmediatamente a su anterior estado y consigue al fin que la bella indiferente se digne escuchar su declaración tantas veces empezada y no acabada jamás”.
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¿Quién no conoce a los poetas griegos del vino Alceo o Anacreonte? Como muestra aquí tenemos una anacreóntica titulada “Del vivir alegremente”:
¿Por qué me enseñas tantas leyes
y argumentaciones de retórica?
¿Qué se me da de tanta verborrea
sin beneficio alguno?
Más bien enséñame a beber
el licor suave de Dioniso,
Más bien enséñame a jugar
con Afrodita la dorada.
Entre los romanos el poeta Horacio hace una exaltación del vino como remedio de muchas penas, pero siempre que se beba con moderación.
No plantes, Varo, ningún árbol antes que la vid sagrada
en el fértil suelo del Tíbur o junto a las murallas de Catilo,
pues el dios ha reservado las penas a los sobrios
y no de otra forma desaparecen las preocupaciones lacerantes.
¿Quién, tras el vino, increpa la fatigosa milicia o la pobreza?
¿Quién no habla mejor de ti, padre Baco,
o de ti, hermosa Venus?
Y que nadie sobrepase la moderación en los dones de Baco
nos lo advierte la lucha de los Centauros con los Lapitas
sostenida a causa del vino;
nos lo advierte Evio, riguroso para los Sitonios,
cuando con borrosa frontera, discuten, ávidos de pasiones,
lo lícito de lo ilícito…..
(Horacio, oda XVIII, libro I)
No podemos olvidar en Roma al célebre poeta Catulo del siglo I a. c., uno de los 4 mejores poetas líricos que haya dado la humanidad, quien en su poema “Preparaos para algo fuerte” nos inculca su ardor báquico:
Joven escanciador del añejo Falerno,
llena mi copa del vino más fuerte,
como mandan las reglas de la anfitriona
Postumia, más borracha que una uva borracha.
Y vosotras, aguas, perdición del vino,
iros de aquí, a donde os plazca, y emigrad
junto a los puritanos: aquí sólo hay Baco puro.
Los persas dieron al vino un carácter aristocrático con los poetas místicos sufíes Hafiz, Rumí y Omar Jayyam en los siglos XIII y XIV.
Dicen que el paraíso con una hurí es bien grato;
Yo digo que es más grato el zumo de uva;
Toma éste que está a mano que el que prometen,
Que el ruido del timbal sólo es grato de lejos.
(Omar Jayyam, Rubaiyat 90)
Como no será eterna nuestra estancia en el mundo
Gran error es vivir sin vino y sin amante,
¿Qué importa si ha tenido principio el universo?
¿Qué más da, si me muero, la antigüedad del mundo?
(Omar Jayyam, Rubaiyat, 93)
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Así se narra la leyenda del vino en Persia:
“Había una vez, hace muchos siglos, un rey persa llamado Jamshid, apasionado por las uvas. Las mujeres de su harén le traían fuentes enormes y lustrosos racimos, de todos los tonos y fragancias imaginables, que él desgranaba, displicente, sólo atento a las sorpresas que podía depararle el ocio.
A fin de saborearlas todo el año, cuando concluía la temporada las guardaba dentro de unas vasijas en una habitación fresca de su palacio. Un día descubrió que las uvas habían estallado y que un líquido espeso manaba de ellas. Era un licor que olía fuertemente a una acritud que en nada recordaba la dulzura de los frutos. Jamshid, descorazonado, tuvo la certeza de que el jugo se había convertido en veneno y advirtió a sus cortesanas del peligro.
Una de ellas, habiendo perdido los favores del rey y, por lo tanto, el sentido de la vida, decidió suicidarse y se deslizó en la celda de las ánforas. Bebió un sorbo de la extraña pócima y se sintió inmediatamente mareada. Las piernas le temblaban y su corazón empezó a rebosar dentro de ella. Su piel se estremecía y cada vez más su cuerpo probaba una llamada a la alegría y al deseo. Entonces tomó una jarra, la llenó del brebaje oscuro y se dirigió a la alcoba del rey cayendo a sus pies en medio de risas y rubores. El rey no pudo contenerse ante una imagen tan plena de felicidad y probó aquella pócima que no era más que licor. De pronto había subido también a las estrellas. Danzaron, rieron y se amaron. Ella reconquistó a su amante y la humanidad ganó el privilegio del vino.”
En el siglo VIII el poeta chino Li Po, proclamado como “El Dios de los versos” regaló al mundo hermosos poemas del vino. He aquí un bello poema de Li Po titulado “Bebiendo solo bajo la luna”:
Rodeado de flores, libo solo,
ante una jarra de vino.
Alzando la copa, convido a la luna.
Con mi sombra somos tres.
Aunque la luna no puede beber,
y mi sombra en vano me sigue,
las tomo por compañeras transitorias.
¡Divirtámonos antes de que pase la primavera!...
También en el siglo VIII, el ilustre y mágico poeta chino Du Fu, uno de los 4 mejores poetas líricos que ha dado el mundo, hace un elogio del vino, en su poema “Junto al río serpeante”:
Todos los días, camino de casa desde
Mi despacho, empeño otro traje
De entretiempo. Todos los días llego a
Casa borracho desde la ribera
Del río. Dondequiera que voy, debo dinero
Gastado en vino. La historia no
Registra muchos casos de hombres que
Viviesen hasta los setenta años.
Contemplo las mariposas amarillas que
Liban en el corazón de las flores
Y las libélulas que se sumergen en el
Agua una y mil veces. Clamo
Al viento primaveral y a la luz y a las
Horas que pasan. Pues gozamos
De una vida tan corta, ¿Por qué han
De enfrentarse así los hombres?
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Ezra Pound, poeta americano del siglo XX, dedica dos hermosos epitafios a los poetas chinos Du Fu y Li Po:
Fu I
Fu I amaba la alta nube y la colina
Ay, murió de alcohol.
Li Po
Y Li Po también murió borracho.
Quiso abrazar una luna
En el Río Amarillo.
Su Tung Po, poeta chino del siglo XI, uno de los diez mayores poetas chinos, tiene un bello poema dedicado al vino titulado ”Cuanto más flojo es el vino”. Es una invitación al carpe diem a través del aprecio de la fealdad transformada en belleza y vivir en el anonimato en lugar de darse baños de multitudes como hace la Cámara imperial.
“El vino más flojo es mejor que agua caliente.
Mejor es ir andrajoso que desnudo.
Una mujer fea y una concubina quisquillosa
Son mejor que una casa vacía”
Cuanto más flojo es el vino, más fácil
Resulta beber dos copas. Cuanto
Más fina es la tela, más fácil resulta
Llevarla doble. Fealdad y belleza
Son opuestos, pero cuando estás bebido,
Una vale tanto como la otra. Con
Los años, las esposas feas y las concubinas
Quisquillosas cada vez se parecen
Más. Si quieres cumplir tus fines, vive
En el anonimato. Sigue el consejo
De tu sentido común. Aléjate de la Cámara
Imperial de Audiencias, del Salón
Florido oriental, del polvo de los tiempos
Y del viento del paso septentrional.
Cien años son mucho tiempo, pero al final
Llegan a transcurrir. Entretanto, no
Es un mayor logro ser un cadáver rico o pobre.
Para conservar los cadáveres de los
Muertos ilustres, se les colocan en la boca
Joyas de jade o perla. De nada les
Sirven, pero, al cabo de mil años, caen en
Manos de los ladrones de sus tumbas.
En cambio, la literatura lleva aparejada su
Propia recompensa. Por fortuna,
Los necios no le prestan gran atención,
La posibilidad de un chanchullo
Los hace enrojecer de alegría. Los
Hombres buenos son sus propios
Enemigos. El vino es el mejor premio
Al mérito. En todo el mundo,
El bien y el mal, la alegría y la pena
Tan sólo son aspectos del vacío.
En el cristianismo el vino se conserva en “la roja metáfora de la sangre de Cristo". Dentro de los múltiples símbolos de María en una de las secuencias medievales se la denomina cella pleno vino mero= bodega llena de un vino de alegría; y en otra su hijo Jesús se convierte en toda una santa preciosidad:
Ille Cypri brotrus= Un racimo de Chipre. Cristo= Afrodita
Myrrae fasciculus= Una rama de mirra.
Doble metáfora de Cristo: con Dioniso como dios del vino y con Afrodita la chipriota, símbolo de fecundidad y belleza. Estas dos palabras Cypri y brotrus forman la esencia del vino.
El poeta alemán del siglo XV Ulrich Stöckling de Rotach en dos de sus versos define a María como radix pudicitia= racimo de pudicia y gratiae pincerna= copera de la gracia.
El vino adquiere un rango aristocrático en la composición del siglo XIII “Razón de amor con los denuestos del agua y del vino”, poema castellano que, según Menéndez Pidal está escrito en aragonés. Hay una confrontación entre el agua y el vino en la que cada uno de los dos elementos aporta razones para demostrar su superioridad frente al otro. El vino alegra su nobleza, pues se transforma en la Eucaristía en la sangre de Cristo. El agua, a su vez, postula su pureza, pues es bendecida y utilizada en el bautismo. Los denuestos aquí dados, conectan el poema con el mester de clerecía.
El poema finaliza con la aparición de la voz enunciadora de la recitación, que pide el premio de un vaso de vino, lo cual es motivo de la poesía de los juglares:
Mi razón aquí la fino
e mandar nos dar vino
A la que sigue el colofón escrito en latín:
Qui me scripsit scribat
Semper cum Domino bibat
Lupus, me fecit, de Moros
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La aparición de influencias en textos romances castellanos se produce ya en el siglo XIII hay referencias que lo pondrían en relación con el poema 193 (XLVIII) de los Carmina Burana: De conflicto vini et aquae, cuyo primer verso es Denudata veritate “Con manifiesta verdad”. Algunas de las palabras que intercambian el vino y el agua tienen su reflejo en el poema castellano:
Don Agua[…] ¡Vamos, levanta, sal fuera!
suzia, desbergonçada Descanso en el mismo lugar
salit buscar otra posada conmigo no debes hallar.
(Denuestos…184-186) (Carmina Burana 193, XLVIII, estrofa 3)
En los Carmina Burana a través de los goliardos se conservan bellos poemas sobre el vino, dentro del apartado de poemas amoroso-tabernarios. He aquí uno (XXIV) con el título Dum caupona verterem “A la vuelta de la taberna”
A la vuelta de la taberna, por el vino embriagado,
junto a un templo de Venus me había parado.
Iba solo, con ricos vestidos arreglado,
con la bolsa llena a mi izquierda en el costado…
Dentro de los poemas lúdico-tabernarios destaca el poema LI con el título Hircus quando bibit, que non sunt debita dicit “El cabrón cuando bebe, dice lo que no debe”:
El cabrón cuando bebe dice lo que no debe.
Cuando bien se harta, lo que no debe larga.
Cuando estoy bien bebido entonces en versos me derrito.
Cuando tengo sed y estoy seco, ni en esto ni en aquello, ni aquí está mi pensamiento.
Los árabes en “Las mil y una noches” gozaron del epicúreo sueño del vino. La muestra está en el cuento titulado Historia de Noureddin y de la Hermosa Persa. El hilo conductor de las aventuras del protagonista es el vino; también en este cuento se manifiestan las exigencias del Corán para algunos de los personajes, pero finalmente el héroe y la bella beben en abundancia y brindan generosamente con el vino de la felicidad.
En la noche 566 se narra la historia del gran visir Gaifar, el califa y la bella Scherazade. Así expresa sus sentimientos el gran visir en este bellísimo fragmento:
¡Sin cesar me reprochan mis censores el dolor inconsolable
que me embarga! ¿pero qué voy a hacer si el corazón
rechaza todo consuelo? ¿Acaso depende de mí este
corazón independiente?
¿Y cómo, sin morir podré soportar la ausencia de una niña
cuyo recuerdo llena mi alma, de una niña encantadora y
dulce, tan dulce, ¡Oh corazón mío!?
¡Oh no! ¡Jamás la olvidaré! ¡Olvidarla cuando la copa ha
circulado entre nosotros, copa en que viví el vino de mis
miradas, vino que me embriaga todavía!
En el siglo XVII en otro debate entre el agua y el vino, Quevedo en un tono mordaz afirma en un poema:
”…. Dijo a la rana el mosquito/ desde una tinaja: / Mejor es morir en el vino/ que vivir en el agua/ En el agua hay sólo peces;/ Y para que más te corras,/en vino hay lobos y zorras, y aves, como yo, a las veces;/ en cuero hay pez y peces,/ todo cabe en mi distrito./ Dijo a la rana el mosquito/ desde una tinaja:/ “Mejor es morir en el vino/ que vivir en el agua”/ No te he de perdonar cosa/ pues que mi muerte difamas/ y si borracho me llamas/ yo te llamaré aguanosa…/ Yo soy ángel de la uva;…/yo estoy siempre en una cuba, / y tú estás siempre en un grito/Dijo a la rana el mosquito/ desde una tinaja:/ ”Mejor es morir en el vino/ que vivir en el agua”.
El poeta germano Hölderlin de finales del siglo XVIII define así a los poetas: “Sagradas vasijas son los poetas donde el vino de la vida, el espíritu de los héroes se conserva”.
En el siglo XIX el poeta francés Charles Baudelaire en “Las flores del mal” tiene una bella composición poética titulada “El alma del vino”:
Cantó una noche el alma del vino en las botellas
“¡Hombre, elevo hacia ti, caro desesperado,
Desde mi vítrea cárcel y mis lacres bermejos,
Un cántico fraterno y colmado de luz!”
Sé cómo es necesario en la ardiente colina,
Penar y sudar bajo un sol abrasador,
Para engendrar mi vida y para darme el alma,
Mas no seré contigo ingrato o criminal.
Disfruto de un placer inmenso cuando caigo
En la boca del hombre al que agota el trabajo,
Y su cálido pecho es dulce sepultura
Que me complace más que mis frescas bodegas.
¿Escuchas resonar los cantos del domingo
Y gorjear la esperanza de mi jadeante seno?
De codos en la mesa y con desnudos brazos
Cantarás mis loores y feliz te hallarás;
Encenderé los ojos de tu mujer dichosa;
Devolveré a tu hijo su fuerza y sus colores,
Siendo para ese frágil atleta de la vida,
El aceite que pule del luchador los músculos.
Y he de caer en ti, vegetal ambrosía,
Raro grano que arroja el sembrador eterno,
Porque de nuestro amor nazca la poesía.
El poeta James Joyce en 1912, en “Poemas manzanas” tiene una composición sobre el universal vino, de esa viña dorada que nos da regocijo y paz, bajo el título de “Riada”:
Los racimos de la rocosa vid
Pardo oro, se elevan y se mecen
Sobre la saciada riada;
Vastas alas cobijan un lúgubre
Día sobre lamientes aguas…
Eleva, vacilante, Oh viña dorada,
Tus apiñados frutos a la total riada
Del amor, lamiente y vasta y brutal
Como tu misma incertidumbre.
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También en el siglo XX, el escritor colombiano Carlos López Narváez tiene unos bellos tercetos sobre el vino
Leilah: de tu esplendor rezuma un vino
que es en mis venas sosegado fuego
y arrobada embriaguez cuando te aspiro
Leilah: con el estío de tu risa
se madura la mies de los deseos
para soñar tu cándida vendimia…
En la música se ha conservado la preciosa esencia dionisíaca del vino, especialmente en los Carmina Burana. Estas maravillosas composiciones aludidas anteriormente han sido interpretadas de la forma más variopinta a lo largo de la historia. El manuscrito original de los Carmina Burana llegó en 1803 y el primer editor de estos manuscritos fue el bibliotecario J. A. Schmeler que les dio el nombre de Carmina burana (Poemas descubiertos en el monasterio de Benediktbeuren). No tenemos constancia de cómo las interpretaba el juglar de la Edad Media. Podemos imaginar que a través de los instrumentos medievales cada juglar lo interpretaba de una manera libre, es decir con el corazón. Pero ha sido durante la década de 1970-1980 cuando empezaron a restaurarse toda esta serie de piezas que desde el original podían ser cantadas oralmente o ser interpretadas como una pieza instrumental con eventuales preludios o interludios. Y a través del alemán Karl Orff y el francés René Clemencic se empezó a rescatar musicalmente toda esta música medieval a través del gregoriano, la secuencia. Más adelante a partir de 1990 grupos de rock industrial en la música gótica como Corvus Corax, Schelmish, The Soil Bleeds black, entre otros, rescatan a través de una parafernalia de instrumentos medievales y modernos una nueva visión de los Carmina Burana. También en la música gótica el grupo Caprice tiene una canción titulada Dandelion Wine y Sangre cavallum en colaboración con Allerseelen tienen un álbum titulado Barco do vinho con canciones dedicadas al vino como Vinho, sangue da terra, Cântaros d´Euforia o In vino veritas. Fuera de la música gótica el grupo Héroes del silencio tiene un álbum titulado “El espíritu del vino”.
He aquí unas célebres sentencias sobre el vino a lo largo de los tiempos:
“¡Miren! Mi vientre es como vino que no tiene respiradero, como odres nuevos, quiere reventar” (Job, 32 17-10).
“Y vino que regocija el corazón del hombre mortal, para hacer brillar el rostro con aceite, y pan que sustenta el mismísimo corazón del hombre mortal” (Salmo 104-105)
“El vino lleva a la insolencia, y la bebida intrigante al escándalo; nadie bajo sus efectos se comporta sabiamente” (Proverbios, 20: 19).
“El hijo del hombre vino comiendo y bebiendo, y no obstante dicen:”Miren” un hombre glotón y dado a beber vino, amigo de recaudadores de impuestos y pecadores” De todos modos la sabiduría queda probada justa por sus obras” (Mateo, 11-19).
En latín In vino veritas. En griego ”En el vino está la verdad”. Frase citada por Alcibiades en el Simposio de Platón, también se dice que esta célebre frase es atribuida a Alceo de Mitilene. En cuanto a la frase latina se postula que fue Plinio el Viejo quien la formuló.
“El vino es una cosa maravillosamente apropiada para el hombre si, tanto en la salud como en la enfermedad, se administra con tino y justa medida”. (Hipócrates, médico griego del siglo V- IV a. c. durante el gobierno de Pericles)
“El vino tórnase bueno cuando resulta nuevo, duro y áspero, pero se sostiene aquel vino que ya en el lagar era agradable” (Séneca, poeta y filósofo romano del siglo I d. c.)
“Con la primera copa el hombre bebe vino; con la segunda el vino bebe vino, y con la tercera, el vino bebe al hombre”. (Proverbio japonés)
“El vino siembra poesía en los corazones de los hombres” (Dante de Alighieri, siglo XIV)
“El vino mientras más se envejece, más calor tiene: al contrario de nuestra naturaleza, que mientras más vive, más se va enfriando” (Félix Lope de Vega, poeta español del siglo XVII).
“Vieja madera para arder, viejo vino para beber, viejos amigos en quien confiar, y viejos autores para leer” (Francis Bacon, filósofo inglés, siglos XVII-XVIII).
“El vino se parece al hombre; nunca se sabe hasta qué punto se le puede apreciar o despreciar, amar u odiar, ni cuántos actos sublimes o crímenes monstruosos es capaz de realizar. No seamos, entonces, más crueles con él que con nosotros mismos y tratémosle como a un igual”. (Charles Baudelaire, poeta francés del siglo XIX)
“La comida es la parte material de la alimentación, pero el vino es la parte espiritual de nuestro alimento”. (Alejandro Dumas, escritor francés del siglo XIX)
“El vino da brillantez a las campiñas, exalta los corazones, enciende las pupilas y enseña a los pies la danza”. (José Ortega y Gasset, filósofo español del siglo XX).
“El vino mueve la primavera, crece como una planta la alegría. Caen muros, peñascos, se cierran los abismos, nace el canto” (Pablo Neruda, poeta chileno del siglo XX).
“Existen tres caminos a la ruina: el vino, las mujeres y los tecnócratas atrapados entre el ser y el deber ser”. (Georges Pompidou, presidente de la república francesa durante los años 1969-1974).
“El té carece de la arrogancia del vino, del individualismo consciente del café y de la inocencia sonriente del cacao”. (Anónimo).
“Vizcaya es tan pequeña que no se ve en el mapa, pero bebiendo vino nos conoce hasta el Papa” (Canción popular vizcaína).
“Dame pan y llámame tonto” bien pudiera ser un aserto de aquellos que acallan sus críticas frente a políticos indeseables a los que dar su voto. Nosotros preferimos el “dame vino y llámame listo”, porque el vino bien tomado aumenta las miras y enjuga el pensamiento, aportando a quien lo queda valentía ante la vida y el amor” (Murphy)
“No nos hagáis beber, ¡oh! No, esas aguas minerales, benditas o lustrales, sino buen vino, ¡por lo que más queráis! (Georges Brassens. Cantautor francés del siglo XX)
“Un buen vino es como una buena película: dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y, como ocurre con las películas, nace y renace con cada saboreador” (Federico Fellini, director de cine italiano del siglo XX)