En la literatura de terror surgen en contadas ocasiones autores capaces de trascender el género –entendiendo trascender como aportar al género una obra maestra de la literatura, que sin dejar de pertenecer al género de terror, sí permite que sea descubierta por lectores no habituales del género–, dejando atrás las intenciones de sus contemporáneos y abriendo nuevas vías para el horror como lo haría un cirujano utilizando con precisión su bisturí sobre la carne. No resulta difícil evocar nombres tan importantes como H.P. Lovecraft, con su antieuclidiano panteón cosmogónico, o más recientemente Clive Barker, con su adoración reverencial por la carne mutilada, la sangre corriendo a borbotones y el sexo explícito. Entre ambos, la figura de Richard Matheson (1928) destaca sin duda alguna por su obra cumbre, Soy Leyenda.
Richard Matheson, prolífico autor que ha cultivado por igual la novela (El Hombre Menguante), el relato –imprescindible el asfixiante Duelo (publicado en español por primera vez hace unos meses en la revista Gigamesh), la obra que dio origen a la primera película de Steven Spielberg- y el guión –tanto cinematográfico como televisivo–, nos ofreció en 1954 una obra que quebró como si fuera de cristal uno de los arquetipos del terror clásico: la figura del monstruo.
Soy Leyenda terminó con la trasnochada representación del monstruo como una figura ajena y distinta a nosotros mismos, transformándonos y mostrando que, en realidad, en nuestro interior también albergamos al monstruo. Robert Neville, el solitario protagonista de este tratado de la supervivencia, comprende que su existencia en un mundo repleto de seres distintos a él es en sí misma una anormalidad, y que su frustrado intento de mantener un comportamiento acorde a sus creencias perdidas no es más que una muestra de su propia y terrible monstruosidad. Robert Neville, que se siente un ser humano en su soledad, en su individualidad, es en realidad un monstruo, y sólo cuando lo acepta comprende su inevitable final, su extinción, con las dos magistrales palabras que cierran el libro.
Soy Leyenda es, sin duda, uno de los libros de horror más importantes jamás escritos, uno de los pocos que se adelantó a su tiempo y abrió para las nuevas generaciones de autores la posibilidad de profundizar en el terror interior, el terror postmoderno, el que convive con nosotros disfrazado de individualismo, y no es más que miedo a nosotros mismos.
En definitiva, una obra maestra imprescindible en cualquier biblioteca, un libro que perdurará durante mucho tiempo en la memoria colectiva de muchas generaciones de lectores.