|
|
| | Drácula resucita una vez más, más violento y sensual que nunca
Drácula vuelve de la tumba | | MN Simple MN Avanzado | Publicado 2011-04-11 | | El maléfico conde Drácula resurge de nuevo de entre los muertos para acosar sin descanso a la más bella de sus vÃctimas y vengarse de quien ha exorcizado su castillo. | |
El cadáver de una joven, con evidentes signos de haber sido vampirizada, aparece colgado del campanario de la iglesia de un pueblo cercano al castillo de Drácula. Tiempo después el obispo de la zona acude al pueblo en visita pastoral para descubrir que los parroquianos ya no acuden a la iglesia, asustados por lo que sucedió allà y por el temor que les inspira el castillo del conde vampiro. Acompañado por el apocado cura de la localidad, el obispo se acercará a la residencia de Drácula para demostrar que el vampiro ya no está vivo y que el miedo no tiene razón de ser, exorcizando de paso el lugar. En ese momento se desata una intensa tormenta que provoca la huida del cura, quien acabará tropezando y haciendo resucitar a Drácula con la sangre que mana de su herida, la cual se desliza hasta la capa de hielo bajo la que yace el vampiro. Este, al levantarse, se asegura la colaboración del sacerdote como criado mediante una feroz mirada de sus ojos enrojecidos.
Mientras Drácula planea su venganza el obispo regresa a su hogar, en el que reside junto a su cuñada Ana y su sobrina Maria, quien se ha enamorado de Paul, un joven ateo que tendrá un bronco enfrentamiento con el obispo. Esa misma noche Drácula, ayudado por el sacerdote, se encontrará con Zena, compañera ( enamorada ) de trabajo de Paul en una cantina, convirtiéndola también en sierva suya después de una tensa persecución por el bosque. El objetivo es llegar hasta MarÃa, la sobrina del obispo, a través de Zena y de Paul, pues las mujeres se conocen y Paul vive en la posada-confiterÃa donde él y Zena trabajan y donde Drácula y el sacerdote se instalarán con la complicidad de ésta. MarÃa será llevada ante el vampiro por Zena con engaños, pero Paul conseguirá evitar que ésta caiga vÃctima de sus colmillos. Drácula, furioso, acabará con la vida de Zena.
El vampiro visita a MarÃa, a quien deja casi muerta. El obispo se alarma al descubrir en el cuello de su sobrina las señales del mordisco del vampiro y consigue impedir in extremis un segundo y mortal ataque a la joven a costa de su propia vida. Antes de morir le pide a Paul que proteja a su sobrina del vampiro. Ignorante de sus tratos con Drácula, el joven pedirá la ayuda del sacerdote que vive en su pensión, pero cuando está a punto de traicionarle, merced a sus dudas es descubierto por Paul y obligado por éste a llevarle ante el ataúd del vampiro. Le clava una estaca pero su ateÃsmo le impide rezar con la fe necesaria para que Drácula muera definitivamente. AsÃ, el conde se deshará de la estaca y emprenderá una veloz carrera por los tejados de la ciudad, seguido de cerca por Paul, para ir al encuentro de MarÃa. Ambos huirán hacia el castillo del vampiro, donde la muchacha quitará de la puerta la cruz que puso su tÃo, arrojándola por un precipicio. En ese momento llega Pauly empieza una lucha feroz con el conde, que caerá por ese precipicio, yéndose a ensartar en la cruz, que habÃa quedado de pie. Tras una espantosa y sangrienta agonÃa, el conde se convertirá, una vez más, en cenizas.
Los tres párrafos anteriores corresponden al argumento de Drácula vuelve de la tumba, tercera de la serie de siete pelÃculas sobre el maléfico conde que Christopher Lee protagonizó para la Hammer. En un principio iba a ser dirigida por el maestro Terence Fisher pero un accidente de automóvil le apartó del proyecto, tuviendo que ser asumida su función por el cámara y director de fotografÃa Freddie Francis. Y eso es algo que se nota durante la pelÃcula. A pesar de contar con parte del equipo habitual de los grandes clásicos ( el decorador Bernard Robinson, el músico James Bernard, el director de fotografÃa Arthur Grant ) estos no parecen haber tenido la inspiración de otras ocasiones, y es que no estaba el maestro para dirigirles por la dirección adecuada. Aún asà la pelÃcula tiene los suficientes elementos por sà misma como para resultar atractiva.
El primero de ellos es su interesante guión, con numerosos matices perversos relativos, más que a la religión, a los sacerdotes que la administran. En ese sentido resulta especialmente perturbador que Dráculase asegure los servicios como lacayo de un sacerdote quien le ayudará, a su pesar, en sus planes para apoderarse del alma y el cuerpo de la joven MarÃa. También es curioso el enfrentamiento entre el obispo y el novio ateo de su sobrina, en un choque entre fe y razón que resulta francamente atrayente. Será precisamente el ateÃsmo de Paul, que le impide rezar con fe cuando le clava la estaca, el que provoque que Drácula esté a punto de triunfar.
El segundo de ellos es la sensualidad que desprende la pelÃcula. Tanto Zena como MarÃa esperan con ansÃa los mordiscos de Drácula, en particular esta última, quien se estremece de placercuando Dráculaentra en su habitación y que en su primer encuentro, iluminado de forma muy cálida, besa al vampiro con entrega digna de una amante, no de una vÃctima. Antes de eso, la virginal MarÃa no duda en recorrer los tejados de la ciudad para ir al encuentro de Paul y pasar la noche con él, mientras que su tÃo y su madre creen que duerme plácidamente en su habitación. Y es que la Hammer ya habÃa abierto la puerta a la sensualidad, cada vez más evidente, en sus producciones, lo que poco después de esta pelÃcula desembocarÃa en varios desnudos femeninos integrales y numerosos parciales.
A pesar de notarse la falta de Terence Fisher, como ya he dicho, la pelÃcula consigue crear unas cuantas escenas de singular atractivo, como aquella en la que Drácula y el sacerdote roban un ataúd en un cementerio, sacando sin ninguna delicadeza el cadáver de la mujer que lo ocupaba. También es brillante la escena en la que Zena es perseguida por el bosque por la carroza de Drácula, reforzada por la brillantÃsima música de James Bernard, que añade un nivel de tensión pocas veces conseguido en la pelÃcula. La expresión de Drácula cuando se acerca por primera vez a MarÃa sorprende por el matiz de casi lástima que desprende su mirada, en franca contraposición con la leve sonrisa, rezumante de malignidad, que exhibe cuando se acerca a Zena con la determinación de matarla definitivamente. También resultan llamativos los tÃtulos de crédito, muy influenciados por la psicodelia ( estamos en 1968 ), en los que se juega con violentos tonos azules y rojo sangre y azulespara dibujarextrañas figuras. Pero, sin duda, la escena más espectacular de la pelÃcula es la muerte de Drácula, empalado en una cruz. No se nos ahorran los detalles sangrientos mientras el vampiro se retuerce de dolor y agoniza por momentos en lo que es probablemente la escena más violenta filmada por la Hammer hasta ese momento ( luego vendrÃan otras ).
En cuanto a los actores hay que destacar el trabajo de Rupert Davies en el papel del obispo. Su justa intransigencia, que finalmente abandona cuando ve en peligro a su sobrina, su determinación y su rÃgido sentido del deber parecen más propios de un puritano que del prelado católico que en realidad es. Sin embargo, este difÃcil carácter es muy bien llevado por el actor, haciéndole un personaje con el que es muy fácil empatizar a pesar de supersonalidad un tanto árida y brusca. Barbara Ewing, como Zena, interpreta con acierto a una mujer muy baqueteada por la vida, sarcástica y mucho más espabilada que la aparentemente inocente MarÃa, encarnada con eficacia por una bellÃsima Veronica Carlson, que brilla con fulgor cada vez que sonrÃe o incluso cuando llora. Michael Ripper, uno de los secundarios más habituales de la Hammer, se encarga del único papel con cierto toque cómico al meterse en la piel del posadero ( su papel más repetido ) para el que trabajan Paul y Zena. Por su parte, Christopher Lee hace uno de sus mejores papeles en la saga, con un hasta entonces inusitado toque violento y sensual y con unas expresiones y miradas no vistas hasta el momento en la serie sobre el conde, al menos por su parte.
Aunque no se trata de uno de los clásicos del estudio, al parecer Drácula vuelve de la tumba fue una de las pelÃculas que más beneficios proporcionó a la Hammer a finales de los sesenta. No es una joya pero se deja ver con agrado y placer. Asà que ya estáis tardando en haceros con un ejemplar de esta pelÃcula en dvd, cuya edición aquà comentada carece totalmente de extras, a excepción de la posibilidad de verla en inglés con subtÃtulos en castellano. |
*{Derechos Reservados}* { Submenú DVD Cine } { Menú de Reseñas Cine } |
|
|
|