Este interesante compendio de reflexiones y pensamientos desmonta unos cuantos prejuicios acerca de lo que significa ser satanista en la actualidad y nos pinta una imagen de Satán muy lejana al monstruo de maldad inventado por el cristianismo.
"La Biblia Satánica" escrito por Anton Szandor LaVey en la editorial de Martínez Roca (ISBN: 978-84-270-3484-6) con 352 páginas. Desde Estados Unidos y presentado en Mayo de 2010 se encuadra en el género Ensayo Enlace Relacionado:Martínez Roca Valoración: 8 sobre 10
Anton Szandor LaVey ( Chicago1930, Londres1997 ) es universalmente conocido por haber creado La Iglesia de Satán, un culto que en Estados Unidos está reconocido como legal y al que se han apuntado estrellas como el mismísimo Marilyn Manson o la voluptuosa actriz Jayne Mansfield, así como una cantidad apreciable de personas anónimas, seducidas por las atractivas propuestas de las ideas que LaVey recoge en su ideario, digamos, “religioso”, aparecido por primera vez en forma de libro en 1969.
Utilizando ideas apuntadas por filósofos como Friedrich Nietzsche y mezclándolas con sus propias experiencias vitales ( LaVey tocaba el piano por las noches en prostíbulos y por las mañanas en reuniones religiosas, encontrándose en ambos ambientes muchas veces a las mismas personas ) el autor de “La Biblia Satánica” elabora un corpus doctrinal que se basa fundamentalmente en buscar el placer, la felicidad y el bienestar, tanto el propio como el de los seres queridos, sin poner apenas barreras en dicha búsqueda. Asímismo, nos presenta a Satán como el campeón de la justicia y de la honradez, pues el satanismo es una manera de expresar tus verdaderos sentimientos, sin mentiras y sin engaños que se amparan en una supuesta y falsa piedad.
“La Biblia Satánica” se divide en cuatro libros, que corresponden a los cuatro elementos clásicos ( fuego, aire, tierra y agua ) a cada uno de los cuales asocia el nombre de un demonio ( Satán, Lucifer, Belial y Leviatán, respectivamente ). El primero de ellos es una serie de diatribas incendiarias contra la religión cristiana ( “Contemplad el crucifijo ¿qué simboliza? Incompetencia mortecina colgada de un árbol” ) y de exclamaciones llenas de orgullo, furia y autoafirmación.
El segundo libro es el más interesante de todos, pues en él se desarrolla el pensamiento de LaVey sobre la religión, el sexo, las relaciones interpersonales… Aquí es donde podemos encontrar más puntos en común con nuestro sistema de creencias particular, al menos yo los he encontrado, sintiéndome en algunos momentos muy cercano a lo expresado por LaVey en cuanto a las actitudes de un satanista frente al sexo ( tolerancia total y absoluta si hay consentimiento), la religión ( culpable de buena parte de los males de la humanidad y acusada de inventar una imagen estereotipada del satanismo para anularlo y ridiculizarlo ) o las relaciones entre personas ( haz el bien no sólo para ti sino también para tus seres queridos y para aquellos que sean buenos contigo ).
El tercer libro es el más esperpéntico y divertido, pues es el que se dedica a desbrozar en que consisten los rituales satánicos, cuya tremenda carga teatral es admitida por el propio LaVey. Lejos de esa imagen de bebedores de sangre, violadores de vírgenes o asesinos de niños que el Cristianismo ha tratado de difundir sobre los satanistas, cuando estos hacen un ritual lo hacen de forma aséptica y no con el objetivo de matar a nadie. Como mucho, intentan doblegar voluntades o conseguir una conquista sexual fácil, pero en realidad poco más.
El cuarto libro recopila invocaciones infernales, aporta un completo listado de nombres demoníacos e incluye las diecinueve claves enoquianas, tanto en castellano como en enoquiano ( el lenguaje mágico empleado en los rituales satánicos ), unos “himnos de fé” satánicos que LaVey adapta según los textos aportados por la orden de la Golden Dawn en el siglo XIX. Esta parte también tiene, a mi entender, un alto componente folklórico y hasta festivalero, sin excesiva trascendencia.
No quisiera olvidarme tampoco del prólogo del libro, escrito por Peter H. Gilmore, sucesor de LaVey al frente de la Iglesia de Satán, en el que se nos ofrece una semblanza biográfica del fundador de este culto y de las circunstancias que le llevaron a crearlo. También quisiera hacer una mención a la cuidadísima edición que ha realizado la editorial Martínez Roca, con una espectacular portada en la que tanto la estrella de cinco puntas como los ojos de las gárgolas que aparecen están realizados con una tinta roja que brilla como si ardiera con el fuego del infierno. Además, las páginas tienen todas un reborde de color ceniza que provoca en el lector la impresión de estar leyendo un antiguo grimorio de magia negra y no un libro editado en el siglo XXI.
Y para terminar, quiero hacer mía una de las frases que LaVey emplea al comienzo del libro, cuando expone las “nueve afirmaciones satánicas”: “Satán ha sido el mejor amigo que la Iglesia ha tenido nunca, puesto que la ha mantenido viva durante todos estos años.”
El tercer libro es el más esperpéntico y divertido, pues es el que se dedica a desbrozar en que consisten los rituales satánicos, cuya tremenda carga teatral es admitida por el propio 
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