Desde los inicios hasta la consolidación de una comunidad de lectoras en el S. XIX, la mujer es protagonista de este género que, además de miedo, produce también placer y verdad.
El gótico domestico
El mundo familiar es uno de los que más ansiedad genera por la intensidad afectiva de los conflictos. Es un locus imaginario propicio para que las escritoras representen los problemas con la sociedad patriarcal; la falta de salidas que impiden la resolución de las disputas, el miedo y la locura. Las protagonistas de los relatos suelen ser recluidas en lugares cerrados que simbolizan un espacio de máxima angustia y terror.
Charlotte Perkins Gilman escribe "The Yellow Wallpaper", publicado en 1892, tras una depresión postparto. Trata de una mujer que es encerrada en una habitación, donde sigue un tratamiento a base de inactividad y sobrealimentación, y de cómo progresivamente se vuelve loca. Esta cura de reposo fue prescrita por Weir Mitchell, un famoso neurólogo norteamericano, a la propia escritora: “Vive una vida tan doméstica como puedas. Como máximo ten dos horas de actividad intelectual al día. Y nunca toques una pluma, un lápiz o un pincel en tu vida”. Ese relato, donde recrea todo su sufrimiento, es un alegato contra estas terapias perniciosas para mujer. La autora ilustra magistralmente la problemática social de la mujer en esa época, su manipulación por parte de la ciencia, y los terribles resultados para todas aquellas que intentaban levantar el vuelo, al amparo del sufragismo y los movimientos sociales que clamaban por los derechos de la mujer en todos los ámbitos.
Mary Wilkins Freeman publica en 1902 "Luella Miller". Trata sobre una mujer, aparentemente desvalida, que consigue ser ayudada por los que la rodean; pero todos terminan enfermando y muriendo. El relato se refiere al mundo domestico como lugar de agotamiento, de aturdimiento… Luella es una ‘vampira psicológica’ del hogar, que succiona la energía de los demás; simboliza el horror de las mujeres encerradas en las casas, circunscritas al ámbito domestico, que es un tema muy común en los relatos góticos. El hogar, la familia y la protección aparecen como fuente de desgaste para la mujer, porque no hay otra cosa en su vida.
Otro relato de esta misma autora es "The southwest chamber" de 1903. El espíritu malévolo, aquí, es el de una tía solterona fallecida que reclama la casa donde habitó. Este es un lugar común en las narraciones góticas norteamericanas: mujeres que consideran la casa su ‘locus’, su lugar, y hasta que alguien haga algo o destruya la casa no descansan. Es uno de esos relatos prototípicos de ‘la mansión’, en el que este espacio se vuelve criminal y numinoso.
Edith Wharton, también paciente del doctor Weir Mitchell, es una magnifica novelista que escribió una colección de relatos de fantasmas, entre ellos "Kerfol" publicado en 1931. En un decadente y aislado castillo, situado en la Bretaña francesa, vive una pareja que mantiene un trato aparentemente normal, pero que es una terrible relación de abuso por parte del marido. La protagonista es Anne, una joven mujer casada con un hombre rico mas mayor que la mantiene enclaustrada, mientras él pasa mucho tiempo fuera. No sólo la trata con crueldad, sino que va matando, uno tras otro, a todos los perros que la hacen compañía en su soledad; hasta que un día, en forma de espectros, regresan para matarle y así vengar a su antigua dueña. La narración que, hasta ese momento, está en el mundo gótico de la fantasía pasa al mundo de la realidad y de la ley. A ella la enjuicia un tribunal que en ningún momento tiene en cuenta los indicios de abuso y acusan a Anne de ser la asesina; finalmente la condenan a ser recluida en una torre el resto de sus días. En este relato, la autora habla del espacio cerrado del hogar y de relaciones como las que estamos viviendo hoy en día; porque cada día vemos en las noticias como hogares aparentemente normales esconden terribles historias. El gótico femenino visibiliza estos horrores domésticos: el miedo, la violencia, los abusos… y los reelabora con imágenes fantasmagóricas.