Desde los inicios hasta la consolidación de una comunidad de lectoras en el S. XIX, la mujer es protagonista de este género que, además de miedo, produce también placer y verdad.
En contraposición a los discursos de la Ilustración, que pondera el orden, el progreso y lo útil en las sociedades, surge a lo largo del Siglo de las Luces un deseo de penetrar en el mundo del inconsciente y de lo oscuro: en el mundo de la alteridad. El relato, la novela y el poema gótico describen la realidad de forma inquietante; tratan de la desintegración del yo, del doble, lo grotesco, lo sobrenatural, la muerte, el más allá, lo fantasmagórico, lo macabro y el mundo de lo oculto, intentando con ello subvertir las normas del racionalismo y del autocontrol.
El gótico norteamericano, a pesar de sus vínculos con el gótico europeo, va a desarrollar su propio imaginario y su propio mundo simbólico. Los escritores no disponen de los componentes arquitectónicos de la vieja Europa; el mundo de lo numinoso y de la alteridad se traslada, como primer ámbito, a la naturaleza.
Desde su inicio el género gótico está vinculado a la presencia y al protagonismo de la mujer. Una muestra son los relatos fronterizos donde se narran las violentas confrontaciones entre los europeos y los indios. En ellos, la naturaleza es un espacio de máxima ansiedad para los colonos puritanos, que ven a los nativos y todo lo que rodea el mundo de lo salvaje como una representación del mal.
Mary Rowlandson describe vívidamente los tres meses que fue prisionera en 1675 de los indios Wampanoag, a los que considera: “instrumentos de Satán”. "A Narrative of the Captivity and Restoration of Mrs. Mary Rowlandson" es considerado un trabajo seminal en el género norteamericano de las narraciones de cautiverio.
La mujer desde un principio es protagonista y víctima, como sucedió también en los famosos juicios de Salem en 1692, donde por causa del fanatismo religioso fueron acusadas de brujería y ahorcadas catorce mujeres. Además de protagonista accidental la mujer poco a poco se va a ir convirtiendo no solo en escritora, sino en receptora y consumidora de relatos. En este sentido, la aportación de la religión protestante fue significativa, ya que la exigencia de la lectura de la Biblia ayudó en gran medida a la alfabetización femenina. El género gótico evoluciona, al igual que en Inglaterra, gracias a la formación y el entusiasmo de una comunidad de lectoras.
La literatura gótica escrita por mujeres se desarrolla con una fuerza inusitada en la segunda mitad del siglo XIX. En el contexto social norteamericano progresa el movimiento sufragista, que reclama el derecho al voto, apareciendo la llamada new woman; del mismo modo las escritoras buscan la independencia narrativa. Los temas que suelen tratar son: la procreación, la maternidad no deseada, el parto, la fragmentación del cuerpo, la especularidad, el cuerpo y la sexualidad femeninas, el adulterio, la relación madre-hija, la muerte y, como derivación, la relación autora-texto.