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 Desperdicios de la añoranza

Fábulas Pánicas

 
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Página
1/2
Publicado
2010-09-27
 
"Fábulas Pánicas" es el libro que condensa varios años de una serie de cuentos publicados en un diario mexicano entre las décadas de los sesentas y setentas. Significa hambre, dolor y un ego vitalizado por el Zen, empaquetado para un público inculto y encadenado intelectualmente.
 

Fábulas Pánicas"Fábulas Pánicas" no es arte, un manual para la vida, un recetario espiritual o un libro imprescindible, pero tampoco es algo común. "Fábulas Pánicas" es el nombre que recibe una etapa muy importante cuya trascendencia invita al lector a adentrarse en el trabajo (y a través de él, a la mente y el espíritu) de Alejandro Jodorowsky.

"Fábulas Pánicas" es el nombre de un compendio que pertenece a la misma especie del "Rius para Principiantes" y "La historia de un país en caricatura. Caricatura mexicana de combate 1829-1872", esos que ponen aprietos a las autoridades criticándolas, que sacuden y regañan a la sociedad e ironizan con singular alegría el orden y la moral establecida. Aunque parezcan burdos, muchas veces las correspondencias entre hombre y medio (llámese sociedad), medio y hombre y hombre y hombre no existe o tal vez sí lo haga, pero de un modo inesperado, ahogado en un grito, esperando a que un niño, un "artista" o un "talentoso" pueda acomodarlo, o al menos expresión y encauzarlo.

En una extraña comunión de filosofía zen y dibujos de caricaturas y aires sanadores, "Fábulas Pánicas" conserva una curiosidad infantil, muchas veces confundida con la candidez de la inocencia o la inocencia cándida que, al llegar a la edad adulta, escasas personas conservan o, peor aún, asesinan en el camino (situación que hay que evitar para ser feliz, según el "buen jodo").

El origen

El ego exacerbado del viejo Alejandro no siempre tuvo ese caliz resplandeciente y fulgoroso. Cuando joven, se encontraba de gira con los mimos de Marcel Maceau y fue obligado a encallar en México por causas que no aclara en un hipócritamente detallado prólogo (la cual sospecho sin mucho esfuerzo que fue simple y llanamente el fin del contrato). Fueron tiempos duros. Con la mayoría de sus intentos en teatro cancelados por las autoridades priístas de la época (y a decir verdad del desconocimiento por parte de la audiencia de sus obras, porque no hay una sola nota en los periódicos de la época sobre la actividad artística del chileno), se vio obligado a buscar un medio de subsistencia. Su entonces esposa Valerie era quien llevaba el pan a casa con el precario salario que recibía como mesera (¿fichera?) en un centro nocturno. Su compañera actriz Delia se encargaría de presentarlo con el reconocido periodista (que no novelista, como viene en el mentado prólogo) Luis Spota, sobre quien descansaba la dirección del suplemento cultural del diario capitalino El Heraldo de México. Así, el joven Alejandro es invitado a publicar semanalmente una tira cómica (por intervención de su amiga y no por la amistad, como el chileno de origen judío se ufana en denotar). Bajo estas circunstancias son paridas las "Fábulas Pánicas".

¿Qué resulta si echas en una licuadora el espíritu de la generación del ácido, colores, inconformismo, juventud "descarriada" y añades a la mezcla la mente de un hambriento artista?, pues obtienes esto que tengo en las manos así sin más. No nos hagamos, cada quien aprovecha las oportunidades y Jodorowsky siempre ha sabido colocarse. El objetivo fundamental de mandar a la redacción del diario las historietas era el de subsistir, más no el de comenzar con sus incipientes chorradas del "arte para sanar". Si el medio sociopolítico de la época era represivo, como el escritor de Psicomagia dice, sencillamente hubiera sido obligado a hacer mutis por el gobierno, pero no fue así. Nunca utilizó seudónimo y hasta hacía del espacio una oportunidad para publicitar sus eventos y proyectos paralelos.


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