www.mentenebre.com: Eragon

Sinopsis:
Hace mucho tiempo, los dragones y sus jinetes surcaban los cielos de Alagaësía defendiendo la paz y la prosperidad de sus clanes. Pero Galbatorix, antiguo jinete dragón, reina ahora con puño de hierro sobre un pueblo oprimido. Con los caballeros derrotados y extinguidos sus dragones, su estela se desvanece en el mito y la leyenda al igual que toda esperanza. No obstante, los Vardenos resisten en las montañas a la tiranía del traicionero Galbatorix, entre los cuales empieza a circular la profecía de que un nuevo jinete dragón llegará, y con él, el renacer de la era del dragón y la derrota del rey.

Mientras tanto, en un bosque oscuro un joven cazador llamado Eragon encuentra una extraña piedra ovalada. Sin embargo, no tarda en descubrir que lo que parecía una fantástica gema resulta ser un huevo de dragón, de donde nace Saphira. Habiendo sido informado el rey por su consejero nigromante Durza, envía a sus terribles secuaces por toda Alagaësía para matar al joven y a su dragón. Pero Brom, antiguo jinete dragón y Arya, ayudarán en todo momento al inexperto Eragon para que cumpla su destino.

Una de dragones:
Todavía nos dura la resaca que supuso la trilogía del Señor de los Anillos, y parece ser que al cine de lo fantástico y lo épico todavía le quedan algunos títulos por explotar. Y bienvenidos sean, pero que se entienda el término "explotar" literalmente. Porque la cuestión es si todo vale independientemente de su calidad mientras quepa en el género y el tirón comercial, y esto es lo que me ya me inspiraba desde un principio Eragon, cuya sonoridad sospechosa del nombre ya te vale como una exagerada influencia Tolkieniana. Y es que desde la taquilla ya te deja con ese regusto de lo predecible, si acaso el personaje se presentará en plan "soy Eragon, hijo de Aragorn" para hacerte sentir que no hay vida mientras y después de la fiebre Tolkien. Algunos dirán que la literatura de Tolkien es biblia y piedra angular de lo fantástico, y eso es algo que no discutiré. Pero como ya decía Da Vinci en una frase que me encanta, hay que "tener buen cuidado de no ser nietos de vuestros maestros, sino hijos de la naturaleza". Y en este caso, los nietos de Tolkien caen en la triste realidad de ser más nietos de Tolkien que hijos de su propia imaginación.

Eragon

¿Pero es que lo de Eragon es para tanto?. Pues sí y no. Admito que la novela y la historia es toda una proeza para un chico de 15 años hoy en día (ayer ya no tanto), Christopher Paolini, que actualmente tiene unos 22 y por el que me alegro de ver su sueño hecho realidad con su libro editado, y mucho más allá con su prematuro salto cinematográfico. No me he leído el libro, cuya temática dista un poco de mis gustos literarios, pero ya se ve por ahí algún lector cabreado quejándose de que la película se carga un porcentaje importante de la historia original. Si es o no así, ya juzgará quien pueda hacerlo sobre el resultado cinematográfico, porque lo innegable es que tal resultado es de una trama y desarrollo un tanto simple y un tanto Disney, y que a su vez se revela como un híbrido entre Willow, Dragonheart y El Señor de los Anillos. Ya sea una culpa compartida entre el convencionalismo de Hollywood y la juventud del autor, la realidad es que es el espectador el que termina pagándolo en taquilla y en butaca.

Hablando de la película en sí, no me queda más remedio que compararla con sus fuentes mencionadas para verlo de una forma general. Y es que ese trío Willow-Dragonheart-Señor de los Anillos canta mucho, y está por lo tanto muy presente en todas las facetas de historia y película, así que la cuestión es en cuál se supera o lo contrario. La relación Saphira-Eragon es mucho más interesante que la de Bowen-Draco de Dragonheart, sin ninguna duda, y como película mucho mejor, porque si Eragon tiene ese saborcillo Disney, Dragonheart te empalaga. Afortunadamente, Eragon no redunda en los típicos chistes fáciles, infantiles y melosos que se ven venir en este tipo de películas. No es que Eragon carezca de ello, pero al menos mantiene la compostura en contra de Dragonheart, que se me hizo un tanto insoportable.

Ni por asomo está a la altura de Willow excepto en cuestiones de magia digital, aunque cierto es que Eragon goza de su propio estilo y se mantiene bastante estable en su mundo de magia y dragones. Algunas criaturas de la invención del autor son bastante curiosas, especialmente aquellas que son fruto de la necromancia, las más originales de todas. Aunque por supuesto no podía faltar ese toque Tolkien de largos viajes, mapas de Alagaësía al uso de la Tierra Media, enanos y elfos con sus propios lenguajes, que me deja a estas alturas de la resaca con el deseo de no ver más elfos por un buen par de años. Pero volviendo a lo de Willow -y perdonen la pesadez, pero a continuación se me entenderá la insistencia- aunque la trama de Eragon recuerda a la, para mí, una de las mejores películas de este género, no llega a ser un plagio pero en su similitud se queda muy por lo bajo. Tal vez en tiempos de Willow y Dune lo de la profecía, el elegido, la persecución y la lógica derrota final del malo tenía su frescura, pero venderte eso ahora mismo ya huele; o al menos yo ya le dí carpetazo con Matrix y Star Wars. Y eso mencionando ya de paso algún apunte musical, porque no recuerdo ni una sola melodía de Eragon, mientras que la de Willow la sigo tarareando a pesar de los años.

Y del Señor de los Anillos (obviando lo ya mencionado), una estética parecida pero mucho más espectacular en el aspecto mágico, aunque en el vestuario la verdad que pierde mucho. Aunque Eragon hace diferencia en estilo estético, su paleta y el color cantoso de espadas y armaduras me pareció bastante hortera, aunque para gustos colores, nunca mejor dicho. Muchos más efectos especiales que un universo más destinado a la magia y al mundo de los dragones requiere, hacen que no se echen mucho de menos las peripecias de Peter Jackson en ese sentido. En este aspecto, destaco al dragón que claro está, es la estrella de la película. ¿Caerá en sucesivas entregas una batalla de dragones?. Eso sí que en este momento me parecería bastante original, y si esta saga no lo muestra, es que sería un pecado que no tiene perdón.
Eragon

Y hablando de batallas. La única que hubo -al final de la película- fue bastante débil en intención, porque fue algo visto y no visto, compensándolo no obstante con un duelo entre Eragon y el Sombra Durzar que tenía cierta emoción. Me quedo con Durzar como el que más me gustó de la película, aunque el tipo es que parece que se ha escapado de un grupo de black metal -sospechoso parecido con Danny Filth por cierto, pero resultó ser el tipo de Full Monty-. Y Edward Speelers como Eragon, pues me resultó bastante convincente en su papel de joven impetuoso que le pesa menos la cabeza que el corazón, pero nada de nada como elegido. Y no es por afán de subestimar tanto al actor como al personaje, sino que simplemente le falta el carisma básico e invisible que ello requiere. Otras actuaciones fueron la de un John Malkovich como Galbatorix que brilló por su ausencia, ya que apareció tres veces contadas y en la penumbra. Entre lo bueno y lo pasable queda el Jeremy Irons como cuenta cuentos, una mediocridad a la que ya nos tiene acostumbrados, y de quien no recuerdo actuación memorable alguna antes o después de Lolita. Y ya de último, un poco más notable quedó Sienna Guillory como Arya, que me supo mucho mejor y más creíble que como Helena en la catastrófica cinta que fue Troya.

Pero de vuelta al campo de batalla, si recordamos esas guerras espectaculares y titánicas del Señor de los Anillos, los fans de Eragon tendrán que esperar.Y esperemos que lo hagan mejor y más interesante la próxima vez, aunque el prematuro estreno en combate del joven Eragon más las segundas y terceras partes que han de venir, lo justifica un poco.

Poco más me queda por añadir excepto la conclusión final, ya que es cosa segura que hará las delicias de los más peques, y calmará el hambre de los fans de estos mundos Tolkienianos y de la Dragonlance, los cuales tendrán un nuevo filón con esta saga que llevará al cine a los más conformistas. Los más puristas del género tienen un trago difícil, y lo más seguro es que Eragon les resbalará como si nunca hubiera existido. A mí, que este género literario es que ni me apasiona ni me desagrada en extremo, Eragon me ha dejado un tanto indiferente en comparación con otros títulos más añejos; cosa que se resume en un pensamiento, tan inocente como cristalino, que me vino ipso facto mientras salía del cine: "Bueno, pues yo prefiero Willow"

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