Una nueva obra de fantasía marcada por el recuerdo de una reciente muerte. Los "enfants terrible" del cine, Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell, se unen en la fantasía con Heath Ledger, en un filme extraño para aquellos que sufran de "alergia Gilliam".
"El Imaginario del Doctor Parnassus" dirigida por Terry Gilliam con la distribución de Sony Pictures y presentada 2009. Interpretada por Christopher Plummer como Parnassus & Tom Waits como el Diablo & Lily Cole como Valentina & Heath Ledger como Tony & Johnny Depp como primer Tony Fantástico & Jude Law como segundo Tony Fantástico & Colin Farrell como tercer Tony Fantástico desde Gran Bretaña & Francia & Canadá y pertenece al género Fantástico , tiene una duración de 122 minutos. Enlaces Relacionados:El Imaginario del Doctor Parnassus & Sony Pictures Valoración: 8 sobre 10
Cuando fui a ver la última secuela de Batman, "El Caballero Oscuro", estaba conmovido por la morbosa noticia del fallecimiento de su personaje protagonista. No, no me equivoco. En esta película Christian Bale no es el actor principal, quien la haya visto se habrá dado cuenta de ello.
Debería haberse llamado, Joker, El Caballero Loco, o cualquier otra referencia más directa al verdadero protagonista de ese filme, el fallecido, Heath Ledger.
Uno pensó entonces que esa fue su última película. Que de alguna morbosa forma del destino, otro maquillado del cine era besado por la muerte. Se comentaba en la sala que una escena en la que surgía el señor Ledger fallecido sobre una mesa, fue retirada del montaje por la fina y sensible censura norteamericana, pero que nosotros podremos “disfrutar” de esa escena sin problemas, en la que nos recordará cual ha sido su fatal destino.
Entonces comprenderán mi impresión cuando al enterarme de que este filme sí fue su última película. No sólo eso, sino que se termina en claro homenaje al mismo, con la participación de probables amigos y colegas del mundo de cine.
Para colmo, la primera escena en la que aparece el señor Ledger, es precisamente muerto.
Nada menos que colgado de un puente, en un aparente suicidio. Una cruel coincidencia del destino en lo que ha sido un pequeño culebrón después de su muerte. Sea lo que sea, este filme sí que estaba cargado del suficiente morbo y no se alteró nada, como en la última entrega de Batman, haciéndome comprender que donde hubo verdadero necro-marketing fue en el filme del Caballero Oscuro.
Para colmo de los males, el Picasso del celuloide, Terry Gilliam, es bautizado ya como “Director Maldito” dentro del mundillo a través de ésta película.
Su mala suerte con el filme sobre el Quijote, en el que su protagonista enfermó, fue operado por una hernia que le impedía trabajar convenientemente, además de anularse el rodaje, por problemas técnicos a causa de una catástrofe durante el mismo, y temerse lo peor con la salud de Rochefort. De esa forma, el título de su película, "El Hombre que mató a Don Quijote", no se respondería fácilmente con el nombre de Terry Gilliam. Aún se piensa, por superstición, en cambiar el nombre de esta película por la de "Perdido en la Mancha", al igual que el documental que existe sobre el making off de este fallido filme, en el que se temió por la vida de su insigne protagonista.
Gilliam tiene fama de maldito, en realidad, por ser un artista puro. Se enfrentó duramente con sus productores para estrenar las películas como él deseaba. "Brazil" y "El Barón Munchausen" son claros ejemplos, y la suerte no fue nunca de su lado al premiar su osadía con fracasos en taquilla. En el caso de "El Barón Munchausen" no llegó a cubrir el veinte por ciento de su presupuesto.
Quiso realizar una secuela, en los noventa, de "Los Heroes del Tiempo", uno de sus pocos éxitos de taquilla, pero la muerte repentina de varios de los actores originales impidió su realización. Es maldito no por esta mala suerte, sino por que las productoras le han negado siempre la realización de proyectos que él deseaba realizar, por considerarlo demasiado transgresor, anárquico. Así le “han levantado” proyectos como, "Watchmen" o los dos primeros volúmenes de Harry Potter.
Qué decir de los problemas de distribución de su hereje versión de Alicia en el País de las Maravillas, "Tireland" y demás enfrentamientos con las productoras en su siempre y difícil trabajo de elección de los actores, en constante enfrentamiento con ellas, al ser una persona infeliz en el mundo comercial y con pocas ganas de dejarse mangonear en el trabajo, que, como buen artista rebelde, trata celosamente cuidar de que sus ideas no sean profanadas por moral o interés comercial alguno.
Bueno, a estas alturas, si eres lector de mis reseñas de cine, estarás ya acostumbrado a lo mismo, pero si no es así, te preguntarás… …¡Qué pasa con la película!
Pues la película es una “terrigiliada”. Es decir, tiene todos los elementos fantásticos, surrealistas, de fuerte contraste visual, con anacronismos escénicos y peculiar hilo literario entre infantil y morboso, que, si no eres uno de sus fans, no te resultará nada atractivo. Es una película hermosa, cercana en momentos a una producción de la Disney, a un cuento gótico deTim Burton y, por supuesto, a una surrealiista y decadente historia de Terry Gilliam.
Ni siquiera podrás disfrutar de la extraña belleza de su actriz principal, Lily Cole, todo un descubrimiento, si no aprecias las maneras de este director. Ni de Tom Waits haciendo de diablo. Un diablo alejado de las imágenes luciferinas clásicas, para parecerse más a un “fanático del jazz” que a un príncipe de tiniebla alguna . Ni destacarás las sutilezas religiosas en su realización artística, que se entremezcla con lo fantástico y onírico. Ni de su poco fundamento científico en las causas del destino de su protagonista, vagabundo loco y decadente, con cuestionables poderes mentales.
Es decir, te puede parecer aburrida, lenta, cargada y con poco contenido. Entonces te diré que, al igual que no comprendes el arte abstracto, el minimalismo en los trazos de Picasso y Miró, o los extraños usos de los colores en la pintura contemporanea, no quita por eso que estés ante un hombre que suele realizar obras maestras. Maestras de la genialidad y la libertad creadora. Eso es Terry Gilliam. Un maestro en la autoexpresión. No en el dudoso arte de la complacencia escénica.
Cuando fui a ver la última secuela de Batman, "
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