Repaso biográfico y estilístico de este fotógrafo que trabaja con cadáveres, además de un análisis pormenorizado de cuatro de sus obras clave dentro de su trayectoria.
"Madame X", Joel Peter Witkin. (San Francisco, 1981, tiraje de 3 copias. 72 x 71 cm.). Galería Fraenkel de San Francisco y Galería Pace MacGill de Nueva York.
Es una alusión a la escultura clásica, Witkin reinterpreta la "Venus de Milo". Hay una complicidad con el espectador introduciendo imágenes de fácil reconocimiento, estereotipadas. Witkin sustituye la figura femenina por un hermafrodita con los brazos amputados, en idéntica pose con una sábana que le cae de las caderas. Además, Witkin le añade una venda que le oculta los ojos, se trata de un elemento recurrente en su carrera, que despersonaliza el modelo. Con este recurso no reconocemos el rostro y nos provoca incomodidad.
Según Pilar Rubio, Witkin emplea máscaras para que la personalidad del modelo no interfiera el significado de la imagen . También hay un juego con el título de la fotografía "Madame X", un juego de ocultación. Witkin, en una entrevista en Artfinder, aclaró que ocultando los ojos o la cara de sus modelos pretende evitar reducirlos a “objetos o signos”. Se trata de una reflexión sobre la mirada, los límites de la mirada y de la mirada fotográfica.
También es una constante en la obra de Witkin, sobre todo en la serie de las "Venus", la sustitución de la mujer por una figura andrógina, que según Fontanella hay que entender en clave de redención estético-social: "El arte de Witkin, para el personaje, es potencialmente redentor, y no sólo embellecedor. Los casos más notables a este respecto son las Venus, casi todas tiene una imagen visual como referente. La asociación del modelo andrógino con el referente en el mundo del arte consagrado le presta un estatus especial al personaje, que posiblemente no disfrute en el mundo cotidiano” .
Esta imagen enlaza con el tema del hermafroditismo. Witkin nos presenta una mujer bella con atributos fálicos, y que indican su equívoca pertenencia. Está en actitud hierática y abandonada, una actitud provocadora en la bisexualidad y el la proliferación de atributos sexuales. La elección nunca es inocente, para Saura “habría que tener en cuenta qué dosis de simulacro, de azar objetivo, de provocación, de esteticismo y de intelectual dinamismo contradictorio, existen en una voluntad –deliberada e inconsciente- de turbar las pistas” .
La figura está mutilada al igual que la escultura, lo que según Fontanella podría ser “una metáfora de ese mundo fracturado: el ser físicamente roto e incompleto es la analogía de un mundo fracturado emocionalmente y carente de integridad” . Y volvemos a encontrar esos grafismos que salpican el fondo. Y la elección del blanco y negro, y virado en sepia.