El negro es un color repleto de significados, asociado a la oscuridad y a la noche, tanto hoy como en el pasado refleja un miedo a lo desconocido, pero a través de la historia se le atribuye también un valor antagónico de atracción y poder. Utilizado en la construcción de la apariencia se convierte en seña de identidad. Este artículo analiza su importancia estética y contribución al estilo en la escena gótica.
La estética marca cierta independencia respecto de los padres y la sociedad; a través de ésta, los jóvenes se apropian efectivamente de sus cuerpos y manifiestan control sobre ellos mismos. Esta manera de vestir puede ser considerada anti-estética y causar disensiones en sus casas, con las instituciones y en el mercado laboral.
Hay distintas formas de entender el arte que desde el romanticismo puede ser también grotesco, repulsivo o melancólico. Edgar Allan Poe decía que el principal objetivo del arte es provocar una reacción emocional en el receptor. Asi, los punks buscaban el escándalo, para ello se “afeaban” conscientemente, su estética intentó poner en evidencia aquello que la sociedad intentaba camuflar: la violencia, la decadencia y la pobreza del orden urbano. Para la gente común la estética gótica o siniestra, aunque sea refinada, puede parecer una provocación de los nuevos “primitivos”.
Lo que comparten la mayoría de los estilos es una voluntad de marcar las diferencias con los adultos y con otros grupos juveniles. Nunca se trata de uniformes estandarizados, sino de un repertorio amplio que es utilizado por cada individuo de forma creativa.
Moda gótica.
La moda gótica asimiló elementos fetichistas de la escena sadomasoquista, de la imaginería de las películas de horror, del punk y de la música “new wave”, en concreto, de los “nuevos románticos” que tanto gustaban del atrezzo histórico. Algunas tendencias toman prestado de la barroca época isabelina, otras de la vestimenta de luto de la época victoriana; este uso supuso una revuelta contra el colorido de los años 70 y la extravagancia de los años 80.
Muchos dentro del movimiento dicen que “vestirse de gótico no hace gótica a una persona”, que lo importante es “llevarlo dentro”. Sin embargo y aunque efectivamente hay góticos “sin pintas”, el “look” típico consiste en el uso mayoritario del color negro en ropa, pelo, maquillaje de ojos y uñas. Esto se puede interpretar como un reflejo de un estado de ánimo sombrío, relacionado con la muerte o el luto, pero no tiene por qué presuponer una actitud anti-vida, simplemente puede ser una repuesta antiestética que contrasta con una sociedad dominada por las imágenes de bellezas artificiales retocadas por el photoshop. La adhesión a la estética es parte de las prácticas identitarias. El estilo de una persona es un factor que puede determinar si la persona es “auténtica” o si se trata de una pose. Los estilos que son percibidos como “góticos” por la gente de fuera pueden ser leídos como impostados por miembros de la subcultura. Paul Hodkinson habla en su libro “Goth: Identity, Style and Subculture” de personas que a través de las opciones de la moda, como por ejemplo afeitarse parte de la cabeza o teñirse el pelo, demuestran su compromiso con la subcultura.
Actualmente la industria del vestir ha incorporado la estética gótica como un referente más. El estilo, lúgubre y desafiante esta sometido a las leyes del mercado. Lo que originalmente fue marginal pasa a ser “mainstream” para consumidores que siguen esta tendencia. Valerie Steele, directora del Instituto de Moda y Tecnología de la ciudad de New York y promotora de una exposición sobre alta costura “gótica”, declara: “el glamour oscuro del gótico, lo ha hecho perversamente atractivo para muchos diseñadores”.
Una vez más en la historia, vestir de negro, está de moda. Desde un punto de vista sociológico, la vestimenta de una época, es el reflejo de la situación económica, política y social no sólo de una persona, sino de toda una sociedad. Si la moda es el espejo podemos preguntarnos ¿por qué vestirnos de luto o se trata de otra cosa?