www.mentenebre.com: Los Cronocrímenes

Tenemos en España una, llamémosle, curiosa habilidad para hacer siempre las cosas, o al menos en apariencia, de la más incomprensible de las maneras posibles y me explico. ¿No resulta un tanto sorprendente que un joven cineasta que con una pequeñísima trayectoria a sus espaldas ya fuese nominado al Oscar en 2005 en la categoría de Mejor Corto por "7:35 de la mañana"? ¿No es todavía más sorprendente que con semejante aval, Nacho Vigalondo, el director en cuestión, se las haya visto negras para encontrar la forma de mover por las salas su primer largometraje, apostando por él una discreta distribuidora como Versus Entertainment? ¿Y si ha ganado, entre otros, los premios del jurado o mejor película en los festivales de Trieste, Austin Texas, Amsterdam o Philadelphia, por qué coño se ha estrenado en España en contadísimas salas? ¿Y por qué en este puñetero país pasará sin pena ni gloria con una mediocre afluencia de público y cuando United Artist, que ya ha comprado los derechos, haga su correspondiente remake americano cosechará enormes beneficios?... Los Cronocrímenes

Pues bien, hay una respuesta que podría aplicarse a cada una de esas interrogantes y es tan sencilla como que, y conste que me fastidia mucho reconocerlo, tenemos exactamente lo que a pulso nos merecemos. Y no, no nos engañemos, hoy en día tienen más tirón en el mundo del celuloide las tetas de la Jolie o el culo del Pitt que un guión, como es el caso, bien elaborado. Quizás porque por desgracia hemos dejado de acostumbrarnos a encontrar alguno mínimamente decente. Pero bueno, lo más divertido del asunto es que Nacho pase lo que pase, lleva ganado bastante más de lo que imagina porque si no consigue triunfar tras la nueva adaptación o en la próxima edición de los Goya, siguiendo así los pasos del Amenábar de "Tesis" (1996) entonces "Los Cronocrímenes" alcanzará, y por méritos propios además, ese grado que tanto nos gusta a los amantes del cine, el de película de culto.

Héctor, (Karra Elejalde) y su mujer Clara, (Candela Fernández) están terminando de mudarse a su nueva casa. Ubicada en un excepcional paraje natural y parcialmente aislada de lo que entendemos por civilización, invita a disfrutar de unas vistas maravillosas. En eso se encuentra Héctor con sus prismáticos cuando vislumbra a lo lejos a una atractiva joven semidesnuda. Sorprendido ante tal descubrimiento decide adentrarse en lo profundo del bosque en su busca. Los acontecimientos se precipitarán bruscamente cuando una vez localizada, Héctor sea atacado con unas tijeras por un individuo que oculta su rostro tras unas vendas. Comienza una persecución que llevará a nuestro protagonista a un extraño complejo científico que contiene un no menos extraño aparato. El amenazante enmascarado se aproxima y parece ser que la única forma de escapar pasa por esconderse dentro del artilugio. Lo que no sabe es que en realidad se trata de una máquina del tiempo que lo va a transportar al pasado una hora aproximadamente. El perseguidor ha desaparecido pero ahora se enfrenta a un problema muchísimo más complejo puesto que cualquier movimiento del recién creado Héctor en el presente, tendrá su repercusión una hora más tarde y modificar los acontecimientos podría resultar fatal.

Poquito más ha necesitado Vigalondo para desarrollar una trama inteligente de verdad, que como era previsible, se va complicando con el paso de los minutos y ganando en intensidad dramática. A ese espectador que de primeras no se enteraba de nada y ha sido capaz de no perderse del todo a lo largo del metraje, solo le queda la alternativa de seguir enganchado y disfrutando hasta un final que queda cerrado a lo grande y de una forma sensacional además. Es una gozada lo bien que van encajando las piezas del puzle y comprobar cómo Nacho se permite hasta el lujo de introducir un par de giros argumentales de modo eficaz para no hacer tan previsible la crónica de una muerte que ya desde el título, estaba anunciada.

Los Cronocrímenes

Por si fuera poco, no le ha hecho ni siquiera falta recurrir a los tópicos y demasiadas veces innecesarios efectos especiales o a un exagerado elenco de actores. Respecto a los primeros, la verdad es que casi se puede decir que brillan por su ausencia, y lo mejor además es que tan apenas se echan de menos y decir eso de una película de ciencia ficción hoy en día, es desde luego mucho decir. En cuanto al trabajo de los actores queda repartido aunque no de forma proporcional entre Karra Elejalde, Candela Fernández, Bárbara Goenaga y, desde el otro lado de la cámara, el propio Nacho Vigalondo y paren ustedes de contar. El papel más largo y complejo ha recaído en el más curtido en el cine de todos ellos siendo esta, otra de las grandes bazas de la película. Karra Elejalde se recrea dando vida a un personaje que se va reinventando a sí mismo con cada nuevo salto temporal, transmitiendo al espectador una amalgama brutal de interpretaciones diferentes que podrían pecar de no resultar del todo creíbles pero que para mi gusto quedan plenamente justificadas por el desarrollo de la trama. Por desgracia, no puedo decir lo mismo de un Nacho de lo más insulso, empecinado en aparecer, con más pena que gloria, en todos sus trabajos.

Y es que todo le ha venido rodado a "Los Cronocrímenes", porque si es el punto de arranque el momento en que más flojo e inverosímil aparenta ser todo, es también cuando como espectador, más curiosidad tienes por saber lo que está ocurriendo realmente. Una vez realizado el primer salto temporal, todo empieza a verse claro y cosas que en un principio habíamos pasado por alto, cobran ahora su pleno sentido. Y aunque bien es cierto que viéndola, te pueden venir títulos a la cabeza como "Regreso Al Futuro" (1985), "Memento" (2000) o "Donnie Darko" (2001) se diferencia de todas ellas por haberse sabido alejar de ese tufillo comercial y aire de grandilocuencia de las producciones hollywoodienses. La veo bastante más cercana a las ideas que sugerían títulos como "El Efecto Mariposa" (1995) sin la moralina final o "Primer" (2004) sin ese terrible enrevesamiento.

Estoy de acuerdo con los que afirman que la película tiene una fotografía extraña, podría estar mejor rodada o no aporta nada nuevo, pero tengamos en cuenta que está hecha con cuatro euros, consigue mantener enganchado al espectador a pesar de su estructura circular y sobre todo, cierra la historia de forma espléndida. Para colmo, se trata del primer trabajo en este formato de un jovencísimo director así que solo puedo recomendarla encarecidamente aunque si para la próxima, Nacho Vigalondo se vuelve a empeñar en hacer de protagonista, que alguien lo meta en la maquinita y lo mande unos cuantos siglos atrás.

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