Nacho Vigalondo debuta en formato largo con un tema, el de los viajes en el tiempo, no muy novedoso, solo que habiendolo afrontado con valentÃa y sin artificios el resultado es digno de ser visto una vez, y otra, y otra,...
Poquito más ha necesitado Vigalondo para desarrollar una trama inteligente de verdad, que como era previsible, se va complicando con el paso de los minutos y ganando en intensidad dramática. A ese espectador que de primeras no se enteraba de nada y ha sido capaz de no perderse del todo a lo largo del metraje, solo le queda la alternativa de seguir enganchado y disfrutando hasta un final que queda cerrado a lo grande y de una forma sensacional además. Es una gozada lo bien que van encajando las piezas del puzle y comprobar cómo Nacho se permite hasta el lujo de introducir un par de giros argumentales de modo eficaz para no hacer tan previsible la crónica de una muerte que ya desde el tÃtulo, estaba anunciada.
Por si fuera poco, no le ha hecho ni siquiera falta recurrir a los tópicos y demasiadas veces innecesarios efectos especiales o a un exagerado elenco de actores. Respecto a los primeros, la verdad es que casi se puede decir que brillan por su ausencia, y lo mejor además es que tan apenas se echan de menos y decir eso de una pelÃcula de ciencia ficción hoy en dÃa, es desde luego mucho decir. En cuanto al trabajo de los actores queda repartido aunque no de forma proporcional entre Karra Elejalde, Candela Fernández, Bárbara Goenaga y, desde el otro lado de la cámara, el propio Nacho Vigalondo y paren ustedes de contar. El papel más largo y complejo ha recaÃdo en el más curtido en el cine de todos ellos siendo esta, otra de las grandes bazas de la pelÃcula. Karra Elejalde se recrea dando vida a un personaje que se va reinventando a sà mismo con cada nuevo salto temporal, transmitiendo al espectador una amalgama brutal de interpretaciones diferentes que podrÃan pecar de no resultar del todo creÃbles pero que para mi gusto quedan plenamente justificadas por el desarrollo de la trama. Por desgracia, no puedo decir lo mismo de un Nacho de lo más insulso, empecinado en aparecer, con más pena que gloria, en todos sus trabajos.