Quién le iba a decir a Horace Walpole que su pequeña novelita de caballerías con puntuales notas siniestras se iba a convertir en el germen de un subgénero literario tan apasionante como la novela gótica.
"El castillo de Otranto" escrito por Horace Walpole en la editorial de Valdemar (ISBN: 978-84-7702-591-7) con 240 páginas. Desde Gran Bretaña y presentado en Febrero de 2008 se encuadra en el género Gótico Enlace Relacionado:Valdemar Valoración: 6.5 sobre 10
Según las crónicas oficiales la novela gótica nació en 1764 con la publicación en Gran Bretaña de esta pequeña obrita, cuyo autor, Horace Walpole ( 1717-1797 ), fue probablemente el primer "gótico" del que tenemos noticia. Hijo de un primer ministro británico, intercambió correspondencia con lo más granado de la política y la cultura de su tiempo y publicó poesía, sátira y ensayos históricos. Pero el detalle de su biografía que más llama la atención, desde mi punto de vista, es que en 1747 compra una pequeña granja a orillas del Támesis, la cual reforma y decora como si fuera un esplendoroso castillo gótico. Si Horace Walpole hubiera vivido en nuestros tiempos puedo imaginar perfectamente la clase de música que resonaría por los sombríos pasillos de piedra de su mansión.
La obra que dió origen al subgénero de la novela gótica es una empalagosa mezcla de novela romántica y novela de caballerías, situada en un indeterminado principado italiano en un tiempo sin especificar y salpicada por desaforados toques de tragedia y por muy puntuales toques terroríficos. El argumento es fácil de contar: Un perverso príncipe italiano trata de evitar que se cumpla una antigua profecía que determina que él y su familia serán expulsados de su castillo y de sus tierras, muriendo sus hijos en tal proceso, como castigo a la cruel acción de un antepasado suyo que asesinó años antes al legítimo heredero del principado para ocupar su lugar.
La mayor parte de la novela es una sucesión de diálogos empalagosos, romanticoides y notoriamente plomizos, salpicados por abundantes lloros de todos los personajes, los cuales corren un serio peligro de deshidratación ante la enorme cantidad de lágrimas que sueltan por cualquier motivo. De todos los caracteres de la obra, planos, previsibles y notoriamente arquetípicos ( románticas doncellas, caballeros nobles y honrados, servicio deslenguado, supersticioso e idiota... ) quisiera destacar tres: El primero, y el más notable de todos, es Manfred, el príncipe de Otranto, desaforado, cruel, violento, arrogante, y sin embargo, capaz de reconocer que se equivoca ( eso sí, el reconocimiento es exclusivamente interno, nunca expresado en voz alta ) y de sentir puntuales ataques de piedad.
Los otros dos personajes que quiero destacar son el padre Jerome, un sacerdote que empieza mostrándose notablemente sumiso y llorón, dispuesto a arrodillarse y a suplicar, y que poco a poco va cambiando de carácter y acaba tratando con gran altivez y desprecio al mismísimo Manfred en lo que supone un más que interesante doblez de personalidad. El tercer carácter es Hippolita, la esposa del príncipe, sumisa, honrada y piadosa hasta dar asco. A pesar de los continuos desprecios y humillaciones a las que la somete su marido, ella le obedece en todo sin rechistar y trata de justificar todos sus actos, por criminales que estos sean. Qué pena que no sea un personaje tan estomagante como éste el que muere en el trágico final de la novela ( no os diré quien muere ), porque de verdad que dan ganas de eliminarle de un plumazo ante el nulo respeto que demuestra por sí mismo y ante la negación absoluta que hace de su dignidad como persona.
La novela se salva de su empalagosa mediocridad por los puntuales elementos terroríficos y surrealistas que contiene. Nada más empezar, un gigantesco yelmo que cae del cielo aterriza en el patio del castillo, aplastando al hijo varón y heredero del príncipe de Otranto. A lo largo de la historia, diferentes personajes irán viendo como partes surtidas de una ciclópea armadura campean a sus anchas por el castillo hasta que, en medio de la espiral de trágicos acontecimientos que precipitan el final, la armadura completa surge en el patio y se eleva hasta el cielo para reunirse con Dios y con los santos celestiales. Pero no es este primo medieval de Mazinger Z la única cosa sorprendente que se pasea por el castillo de Otranto; también tenemos cuadros que suspiran, corredores oscuros, cementerios, criptas y fantasmas de rostro cadavérico y descarnado. El uso de estos elementos, totalmente novedosos en la época de la publicación de la novela, es lo que hace a ésta ir más allá de las simples historicas romántico-caballerescas y convertirse en el germen fundador de la novela gótica y de la novela de terror. Sólo por ese mérito, y por su alegre desvergüenza a la hora de crear los sorprendentes detalles de surrealismo gótico antes mencionados, "El castillo de Otranto" merece una lectura atenta y un respeto. Menos mal que luego vinieron otras obras que redondearon y perfeccionaron el género...
Según las crónicas oficiales la novela gótica nació en 
Los otros dos personajes que quiero destacar son el padre 