El glamour de la sangre y la violencia Las cicatrices de Drácula MN Simple MN Avanzado Publicado 2008-10-06 Dirigida con oficio por el aplicado artesano Roy Ward Baker, esta pelÃcula mezcla los aspectos más brillantes de la filmografÃa de la Hammer con los signos evidentes del comienzo de su decadencia.
Un murciélago penetra en el interior de la cripta donde descansan las cenizas de Drácula y comienza a verter sangre sobre ellas, directamente desde su boca. El terrible vampiro resucita de nuevo e inmediatamente se aplica a lo que mejor sabe hacer, es decir, a sembrar el terror entre sus vecinos asesinando a las hijas jóvenes y guapas de éstos. Tras encontrar un nuevo cadáver, el posadero del pueblo encabeza una marcha contra el castillo, al que acabarán prendiendo fuego. Pero Drácula es alertado por uno de sus esbirros murciélagos y, mientras contempla como los campesinos destruyen su castillo, planea una venganza acorde con sus más crueles instintos. Dicha venganza se hará evidente con una singular crudeza cuando los lugareños entren en la iglesia del pueblo, donde las mujeres y los niños se habÃan refugiando, y los descubran salvajamente asesinados y torturados por los murciélagos de Drácula .
A muchos kilómetros de allà asistimos al cumpleaños de Sarah , preocupada porque su amigo Paul se ha retrasado mucho. Finalmente este aparece en la fiesta, pero tiene que huir, perseguido por los hombres del burgomaestre de la ciudad. En su huida Paul acaba en la posada del pueblo del principio de la pelÃcula, donde se niegan a ofrecerle alojamiento, ante lo cual el muchacho se encamina al castillo de Drácula . Allà le da la bienvenida una enigmática y bella mujer, quien le presentará al señor de la fortaleza. Paul acabará pasando la noche con la hermosa dama, quien al amanecer revelará su naturaleza vampÃrica al intentar morder al joven cuando se fija en las palpitantes venas de su cuello. Drácula llega en ese momento y, tras luchar con Paul y dejarle inconsciente en el suelo, cose salvajemente a la vampira a puñaladas. Cuando Paul despierta se dá cuenta que está prisionero en el castillo. Trata de escapar haciendo una cuerda con las cortinas que rodean la cama y descolgándose por el muro, pero sólo consigue llegar a la habitación que hay debajo, que para su desgracia es la cripta de Drácula , la cual carece de puerta alguna.
Ante la falta de noticias y la inoperancia de las autoridades, Sarah y Simon , el hermano mayor de Paul , deciden emprender su búsqueda. Esta les conducirá a la posada que ya conocemos; allà la hostilidad de los lugareños se hará evidente y será la criada la única que intente ayudarles, explicándoles que Paul se marchó al castillo y diciéndoles como llegar hasta él. Sarah y Simon se acercan hasta allà y conocen a Drácula , quien les invita a pasar la noche en el lugar. El vampiro tratará muy pronto de morder a Sarah pero la cruz que ésta lleva se lo impide. Entonces Drácula requerirá la ayuda de su criado para que le arrebate la cruz a la muchacha pero, al reconocer en Sarah a la mujer de un pequeño retrato que llevaba Paul y de la cual se ha enamorado, el criado se niega a hacerlo, provocando la ira desatada de su señor, quien le castigará quemándole la espalda con una espada al rojo vivo.
Al dÃa siguiente Sarah y Simon se marchan al pueblo. Allà entablan conversación con el sacerdote, quien se ofrece a ayudarles. Mientras ellos conversan la criada de la posada se marcha en plena noche, enfadada con el comportamiento de las gentes del pueblo con Sarah y Simon . Sin embargo, no llegará muy lejos; el carruaje de Drácula sale a su encuentro y la lleva hasta el castillo, donde morirá a manos del vampiro. Esa misma noche Simon regresa al hogar del monstruo, donde descubrirá por fÃn el cadáver de Paul en la cripta de Drácula . Mientras tanto, los murciélagos al servicio del vampiro atacan la iglesia donde Sarah y el sacerdote se han refugiado, matando a éste y poniendo en fuga a la muchacha, quien llegará finalmente al castillo. AllÃ, en su terraza, tendrá lugar la confrontación final entre Simon y Drácula , que finalizará cuando el vampiro agarre un trozo de hierro con la intención de clavárselo al muchacho y un rayo caiga sobre el hierro, quemando al monstruo.
Este es el argumento de la quinta pelÃcula de la serie de Drácula que realizaron los estudios británicos Hammer y sin duda es la más brutal y salvaje de las siete que protagonizó Christopher Lee . El guión de Las cicatrices de Drácula, incluye abundantes momentos de violencia, protagonizados en su gran mayorÃa por el maléfico conde, más perverso y desquiciado que nunca. Como muestra podemos citar el inusitado salvajismo con el que el vampiro apuñala a Tania , la vampira que pasa la noche con Paul , o la sobrecogedora sonrisa de crueldad con la que Drácula aplica la espada candente sobre la espalda del criado Klove . Tampoco podemos olvidar el salvajismo con que los murcielágos atacan al sacerdote o la exposición de cicatrices, ojos colgantes y sangre que exhiben los cadáveres de las mujeres que se habÃan refugiado en la iglesia. Precisamente aquà podemos encontrar una imagen especialmente turbadora; uno de los cadáveres cuelga ensangrentado de la cruz que preside el altar de la iglesia, en lo que parece una sádica parodia de la crucifixión de Jesucristo . Curiosamente la escena que cortó la censura española cuando la pelÃcula se estrenó aquà fue la del descuartizamiento del cadáver de Tania por Klove y no ésta.
A pesar que Christopher Lee se habÃa hartado de decir, ya por entonces, que no iba a volver a meterse en el traje del conde vampiro, acabó interpretando por quinta vez el papel ( luego lo harÃa al menos dos veces más ) porque, según sus palabras, le apetecÃa volver a trabajar con actores como Patrick Throughton , con quien ya habÃa compartido cartel en La Górgona ( 1964 ) y porque, sobre todo, le habÃan asegurado que en esta ocasión el guión iba a recoger elementos de la novela. Esto, al menos, fue verdad, puesto que en Las cicatrices de Drácula es la primera vez que en una pelÃcula vemos al conde escalar los muros de piedra de su castillo, tal y como se lee en la novela. Además, el hecho de que en esta ocasión le escribieran más diálogo que nunca también fue un factor determinante para que Christopher Lee se decidiera a trabajar en la pelÃcula; sin embargo, su desgana y su desinterés al interpretar es más que notable en algunas escenas.
Otro aspecto que llama la atención, además de la sangre y la violencia, es la evidente carga sexual de Las cicatrices de Drácula . Dicha carga nos puede parecer muy inocente en estos tiempos, pero en la fecha de estreno de esta pelÃcula si que era impactante. Los marcados escotes de las chicas que aparecen ( atención al de Sarah , que os demostrará que el wonderbra es algo que lleva inventado muchos más años de los que creemos ) o la evidente expresión de placer orgásmico que pone Tania cuando Drácula la muerde no son más que elementos que reafirman el nuevo rumbo tomado por los estudios Hammer ; un rumbo marcado por un sexo y una violencia inéditos hasta entonces y que por desgracia no servirÃan para hacer remontar las cada vez menores recaudaciones de sus pelÃculas.
También resultan llamativos el principio y el final de Las cicatrices de Drácula . En esta ocasión se prescinde de ningún tipo de explicación que encadene la resurrección del vampiro en esta pelÃcula con su muerte en la anterior, El poder de la sangre de Drácula ( 1969 ). De esta manera vemos, nada más empezar, como un murciélago escupe sangre sobre las cenizas del vampiro, quien vuelve a la vida sin más explicación y empieza a cometer maldades desde el segundo minuto de pelÃcula. ¿Para qué romperse la cabeza? Lo mejor es ir rápido a la acción... El final también es remarcable por su originalidad ( ya que no por su realización técnica ), al diseñar para Drácula una muerte provocada por el rayo de una tormenta, cuyo fragor se puede oir de fondo desde varios minutos antes de la escena.
La pelÃcula contiene gran parte de los elementos técnicos que marcaron el estilo de la casa. La deliciosa y tenebrosa música de James Barnard , el compositor estrella del estudio, marca perfectamente los tiempos y el ritmo de la acción, frenética por momentos. La fotografÃa de Moray Grant , en rabioso y violento technicolor, se combina perfectamente con una brillante dirección artÃstica, digna heredera del estilo impuesto por el recientemente fallecido Bernard Robinson , auténtico mago de los presupuestos reducidos. Entre ambos elementos se ofrece una pelÃcula cuya suntuosidad y plasticidad disimula bastante bien los elementos más cutres y patéticos ( ese maniquà que arde al final de la pelÃcula y ese fuego que quema la vista general del castillo al principio son algunos de ellos ). Desde mi punto de vista estas cosas no hacen sino añadir un más que evidente encanto a una pelÃcula que ha sido injustamente infravalorada y que merece una revisión seria y desprejuiciada.
En cuanto a extras, esta edición en dvd no contiene ninguno, nada más que la pelÃcula pura y dura. Bueno, si consideráis extras el hecho que haya subtitulos en varios idiomas y audio en castellano, inglés e italiano, pues vale, sà que tiene extras, os lo concedo... Al menos el diseño de la carátula es excelente.
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