Dentro del popular subgénero literario de los detectives de lo sobrenatural –entre los que destacan Carnacki o John Silence, por mencionar a dos de los más representativos–, Jules de Grandin, el personaje creado por Seabury Quinn en 1925, se ha convertido por derecho propio en uno de los más populares.
Buena parte de su fama se debe a la personalidad característica que el autor imbuyó en el investigador y a su acercamiento a las estructuras narrativas de historias de detectives clásicas, como las de Arthur Conan Doyle (Trowbridge nos narra las peripecias de Jules de Grandin como lo haría el Dr. Watson). Otra parte, no menos importante, se la debe a la sugerente temática de los relatos protagonizados por el detective. La osadía –para la época, aunque muchos de sus valores transgresores todavía permanezcan vigentes hoy en día– de Seabury Quinn no tenía barreras, y Jules de Grandin se sumerge una y otra vez en tramas tenebrosas y excesivas, repletas de alusiones sexuales y escenas escabrosas, que maneja de forma fría y racionalista, aplicando el proceso deductivo con un distanciamiento que crea un contraste muy atractivo.
"Las cámaras del horror" es una de las cinco antologías que recogen algunos de los relatos que Seabury Quinn escribió sobre su personaje, todos ellos publicados previamente en la revista Weird Tales. Jules De Grandin protagonizó más de noventa relatos durante su larga vida y en esta antología se recogen seis de los más perversos. Destaca el detalle minucioso con el que se describen las máscaras de tortura en 'La casa de las máscaras de oro', o el espectacular enfrentamiento entre religiones ancestrales en 'Dioses del Oriente y del Occidente', así como la excelente ambientación de todos los relatos, las continuas muestras de altanería de Jules de Grandin y el inteligente uso del misticismo oriental, particularmente el hindú, como un enemigo oscuro, terrible, desconocido y sobrenatural. Quizá peque de cierto acartonamiento en las tramas (y es que los años no perdonan), pero todas las historias que se incluyen se leen con agrado.
Los relatos vienen precedidos de una excelente introducción a cargo de Antonio José Navarro y la edición, como resulta habitual en la colección Valdemar Gótica, es excelente. Un libro, en suma, imprescindible para los amantes de este género menor popularizado por William Hope Hodgson, Algernon Blackwood y el mismo Seabury Quinn, y para todos los aficionados al terror gótico más retorcido.
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